El pasado viernes se estrenó la película 1898. El último de Filipinas , un remake de la homónima 1945. Admito que no la he visto, pero he leído bastantes críticas, no de profesionales sino de espectadores, por el tratamiento y enfoque de lo ocurrido en el sitio de Baler. Dejando de lado las lógicas licencias artísticas, creo que el peor error que se puede cometer en el cine histórico es intentar juzgar los hechos e interpretar la historia con la mentalidad de un español del siglo XXI. Durante ese asedio de casi un año, además de hambre o enfermedades, en esa iglesia también se respiró honor y patriotismo. Valores hoy obsoletos, vacíos de significado o incluso términos usados con desprecio, pero llenos de significado y en auge en aquel llamado Desastre del 98 . Lógicamente, aquellos soldados, y todo el país, fueron víctimas del olvido –de hecho, cuando los americanos tomaron la isla de Guam camino de Manila, los españoles ni siquiera sabían que estábamos en guerra con EE.UU.– y de la decisiones de políticos y militares que no eran conscientes de la situación de una España ya decadente y donde el "Imperio" nos quedaba demasiado grande. Su país los olvidó, pero ellos...
Si queréis tener una visión más precisa de lo ocurrido os recomiendo encarecidamente el audio «El último de Filipinas » del maestro Juan Antonio Cebrián.