Hace unos días compartí una cita que dice «Quienes no estudian la historia están condenados a repetirla... y quienes la estudian están condenados a ver cómo la historia se repite por culpa de quienes no la estudian «; Sólo queda esperar que Hegel tenga razón cuando dijo que la historia se repite dos veces:la primera como tragedia y la segunda como farsa. Y lo que está claro es que si Goya, Amadeo de Saboya o Miguel de Unamuno levantaran la cabeza dirían «siguen siendo los mismos. «. Prueba de ello es el cuadro Duelo con palos (1823), discurso de dimisión del italiano de 1873 y cita del escritor.
Discurso de renuncia al trono de España del italiano Amadeo de Saboya en 1873.
Grande fue el honor que merecí a la Nación española al elegirme para ocupar su Trono; honor tanto más apreciado por mí cuanto que me fue ofrecido rodeado de las dificultades y peligros que entraña la sociedad de gobernar un país tan profundamente perturbado. Animado, sin embargo, por la resolución de mi raza, que antes busca evitar el peligro; decidido a inspirarme únicamente por el bien del país y a colocarme por encima de todos los partidos; resuelto a cumplir religiosamente el juramento que prometí a las Cortes Constituyentes, y dispuesto a hacer todo linaje de sacrificios para dar a este valiente pueblo la paz que necesita, la libertad que merece y la grandeza a la que su gloriosa historia y virtud y perseverancia de sus hijos darle derecho. Creí que la corta experiencia de mi vida en el arte de mandar sería suplida por la lealtad de mi carácter y que encontraría una poderosa ayuda para conjurar los peligros y superar las dificultades que no estaban ocultas a mi vista en las simpatías de todos. los españoles, amantes de su patria, deseosos ya de poner fin a las luchas sangrientas y estériles que durante tanto tiempo les han desgarrado las entrañas. Sé que mis buenos deseos me engañaron. Han pasado dos largos años desde que me ciñí la Corona de España, y España vive en constante lucha, viendo cada vez más lejana la era de paz y felicidad que tanto anhelo. Si los enemigos de su felicidad fueran extranjeros, entonces, al frente de estos soldados, tan valientes como sufridos, él sería el primero en luchar contra ellos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra agravan y perpetúan los males de la Nación son españoles, todos invocan el dulce nombre de la Patria, todos luchan y agitan por su bien; y en medio del fragor del combate, en medio del clamor confuso, atronador y contradictorio de los partidos, en medio de tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible adivinar cuál es la verdadera, y más imposible aún encontrar el remedio a tales. males. He buscado con avidez dentro de la ley y no lo he encontrado. Fuera de la ley, quien prometió observarla no debe buscarla. Nadie atribuirá mi resolución a debilidad de espíritu. No habría peligro que me moviera a quitarme la Corona si creyera que la llevaba en las sienes por el bien de los españoles; ni afectó a mi ánimo que se arruinara la vida de mi augusta esposa, quien en este solemne momento expresa, como yo, el fuerte deseo de que en su día los autores de aquel atentado sean perdonados. Pero hoy tengo la firme convicción de que mis esfuerzos serían estériles y mis propósitos irrealizables. Éstos son, diputados, los motivos que me mueven a regresar a la Nación, y en su nombre a ustedes, la Corona que me ofreció el voto nacional, haciendo su renuncia por mí, por mis hijos y sucesores. Ten por seguro que al soltar la Corona no estoy soltando el amor a esta noble y desgraciada España, y que no tengo otro pesar que el de no haber podido proporcionarle todo el bien que mi leal corazón deseaba. para ella.
Cita de Miguel de Unamuno
Entre unos y otros -o más bien los hunos y los Hotros- están ensangrentando, desangrando, arruinando, envenenando y embruteciendo a España