Fernando VII se ganó el título de rey criminal por sus coqueteos con los franceses y su traición a la causa liberal tras el trienio que comenzó con su famoso «marchemos todos juntos, y yo el primero, por la vía constitucional». Pero no estamos aquí para hablar de Fernando VII.
Si hay un rey de la monarquía asturiana al que la mala prensa que viene generando permite aplicarle la calificación de rey criminal, ese es sin duda Mauregato. Lo que ocurre es que en realidad no existe ningún fundamento histórico que justifique esta mala fama del sexto rey de la monarquía asturiana.
Mauregato sucedió al rey Silo en el trono en 783. Las Crónicas alfonsinas le acusan de haber usurpado, con la ayuda de un grupo de nobles, el trono que correspondía al futuro Alfonso II (hijo de Fruela I y la vasca doña Munia), al que la viuda de Silo, Adosinda, había conseguido que proclamaran otro rey. grupo de magnates del reino. Esto obligó a Alfonso a buscar refugio en las tierras alavés de donde procedía su madre.
Mauregato era hijo natural del tercer rey de la monarquía asturiana, Alfonso I, y de una mujer llamada Sisalda, a quien las crónicas atribuyen la condición de esclava musulmana. Esta condición semiárabe del rey es la que cimentó la leyenda negra que le acompaña desde un momento tan tardío y con base histórica tan poco fiable como es el siglo XIII. El estigma que tiñe el nombre de Mauregato es su supuesta participación en el episodio conocido como "el homenaje de las cien doncellas", según el cual el rey asturiano se comprometía a entregar al emir de Córdoba cada año este número de mujeres vírgenes, a cambio de mantener la paz en su reino. Según estos relatos, de las cien mujeres, cincuenta serían nobles mientras que las cincuenta restantes serían del pueblo llano. Ambos estaban destinados o bien a casarse con algún miembro destacado del emirato o bien a los harenes de la corte de Córdoba.
Esta historia, que hizo fortuna en los siglos posteriores con autores como Lope de Vega, carece sin embargo de la más mínima base histórica. Ninguna fuente musulmana lo menciona y las Crónicas Alfonsinas tampoco. Como hemos señalado, la primera referencia al homenaje de las cien doncellas corresponde a una obra del siglo XIII.
Hacia el año 1230, en su obra Chronicon Mundi , el obispo Lucas de Tuy es el primero en mencionar el homenaje de las cien doncellas. Muy cerca en el tiempo (1242) el arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada recoge la historia en su Rebus Hispaniae , al igual que la Crónica General de Alfonso X el Sabio. A partir de entonces se consolida la leyenda del homenaje de las cien doncellas, su vinculación con Mauregato y la mancha en su nombre. El padre Carvallo (ya en el siglo XVI, por lo que su relato tiene más un aporte pintoresco que confiabilidad histórica) detalla:«por tener paz con el mismísimo rey de Córdoba, que en aquel tiempo era Abderramán, primero de ese nombre, hizo la partido más insolente y colosal para él, y le ofreció la jurisdicción más infame y torpe que jamás intervino en los tratos de los reyes, y fue que por esta ayuda y auxilio, y por la paz perpetua, Mauregato, y sus sucesores en el reino, Debía entregar a Abderramán y a los que le sucedieran en el reino de Córdoba, cada año, en feudo y a perpetuidad, cien doncellas cristianas, cincuenta nobles y cincuenta plebeyos».
Estas fuentes difieren sobre quién fue el rey que puso fin al ignominioso tributo; unos apuntan a Alfonso II y otros a Ramiro I. También hay quienes señalan al rey Aurelio como responsable de fijar el tributo, pero la mayoría señala a Mauregato.
Sin embargo, como ya se ha señalado, ninguna de las fuentes más cercanas en el tiempo, cristianas o musulmanas, hace referencia alguna al homenaje ni vincula dicho tratamiento con el reinado de Mauregato, que provoca dudas más que razonables sobre la veracidad de la historia. Así lo expresa Sánchez Albornoz:“Abd-al-Rahman también tenía demasiado que hacer en sus estados como para pensar en doblegar a Mauregato y humillarlo obligándolo a entregar cien vírgenes cristianas. Probablemente, cuando en el siglo XIII se inventó la fábula del ominoso tributo con motivo de la falsificación del legendario Voto de Santiago, se eligió a Mauregato, un usurpador y bastardo, con el que ninguno de los reyes de León tuvo contacto genealógico alguno. como chivo expiatorio. y Castilla contemporáneos de la gran artimaña».
A pesar de ello, la figura de Mauregato hizo fortuna en la literatura e incluso en la ópera. Lope de Vega se refiere a él en Las doncellas de Simancas y en Los Prados de León . La obraLa peregrinación a Santiago con dos versiones atribuidas a Tirso De Molina y Vélez de Guevara respectivamente, también trata el tema, aunque aquí es Ordoño I quien finaliza el homenaje. Del resto de obras que hablan de Mauregato, ópera de Schubert, Alfonso y Estrella Destaca por su curiosidad. , lo que no deja en muy buen lugar al rey asturiano.
José Ignacio Gracia Noriega. Don Pelayo, el rey de la montaña . La esfera de los libros. 1ª edición. Madrid 2007.
Juan Carlos Cádiz Álvarez. Prehistoria. la antigua Asturias. El Reino de Asturias. Su consolidación. Ediciones Nobel.