La cultura La Tène marcó el apogeo del pueblo celta. El llamado período latenio duró desde el 450 a.C., con el fin de la cultura Hallstatt, hasta el siglo I d.C., cuando Roma conquistó Bretaña.
El arte celta en esta época vivió su “Período Dorado”, al mismo tiempo que comenzaba una gran expansión territorial, movilizada por el crecimiento demográfico y por la presión de otros pueblos vecinos. Los ataques al mundo grecorromano en este período fueron frecuentes:en el 390 a.C. Roma es saqueada por los celtas, y en 272 a. C., también lo es el santuario de Apolo en la ciudad griega de Delfos.
El pueblo celta que llegó desde el sureste de Alemania, en el siglo IV a.C. ocupaban ya toda la llanura del Po, y en el siglo siguiente invadieron la región helénica y acabaron llegando, en el 276 a.C., a Asia Menor, donde se consagraron como los conocidos Gálatas de las Epístolas de São Paulo. Así, a principios del siglo I a. C., el territorio celta se extendía desde España hasta Asia Menor, desde las Islas Británicas hasta la llanura del Po.
Es impresionante cómo un territorio tan extenso en ningún momento constituye un Imperio con una política coherente. Durante todo este periodo, lo que unía a los celtas no era un rey, ni ningún otro vínculo de carácter político. El arte, la lengua y la religión fueron los únicos promotores de la unidad.
Al mismo tiempo que se producía la gran expansión, comenzaba el ocaso del pueblo celta, por así decirlo, motivado esencialmente por la falta de organización entre las diferentes tribus.