El hecho que vamos a analizar, aunque forma parte de la Historia de España, está íntimamente ligado tanto con la evolución de la Segunda Guerra Mundial como con la forma en que terminó. Este conflicto empezó a cambiar de suerte –en el frente occidental, en el frente oriental ya lo había hecho antes– tras el desembarco de Normandía (6 de junio de 1944). Antes, sin embargo, ya había habido elementos que anunciaban el declive del poder militar de las potencias del Eje en los frentes occidentales:su rendición en el norte de África (mayo de 1943) y la invasión de Italia (10 de julio de 1943). , aterrizando en Sicilia). Roma había sido liberada el 4 de junio de 1944. La derrota alemana comenzó a aparecer una vez que los soviéticos comenzaron a contraatacar en el frente oriental –las batallas de Stalingrado (1942), Kursk (1943), etc. El desgaste de Alemania –en términos de hombres y recursos– hizo imposible sostener dos frentes de combate simultáneamente durante mucho tiempo, especialmente después de la entrada de Estados Unidos en la guerra.
El desplazamiento de los frentes de combate hacia territorio alemán permitió que muchos guerrilleros españoles, que habían estado combatiendo a las tropas alemanas en el maquis francés, abandonaran esa tarea. La mayoría de estos guerrilleros habían pasado por los campos de internamiento tras su huida a Francia al final de la Guerra Civil Española. Allí el gobierno colaboracionista francés organizó empresas de trabajo para preparar o mantener infraestructuras de interés militar.
Con el tiempo, algunas de estas compañías pasaron a luchar directamente contra el ejército alemán, siempre alistados en la resistencia francesa, especialmente a partir de julio de 1941, cuando Alemania invadió la URSS. Este cambio se explica porque en su mayoría los miembros de estas empresas eran comunistas y el PCE, con la colaboración del PCF, mantenía una gran influencia sobre ellos. La invasión alemana a la URSS implicó un cambio de actitud de los partidos comunistas europeos y, por tanto, del PCE, que no dudó en sumarse al movimiento de resistencia contra el nazismo y colaborar con otras fuerzas políticas antifascistas.
La guerrilla española creó el XIV Cuerpo Guerrillero, que estaba comandado por Jesús Ríos García, exoficial del Ejército Popular de la República. A partir de ese Cuerpo, en mayo de 1944 se formó una fuerza guerrillera denominada Grupo Guerrillero Español (AGE), compuesta por unos diez mil hombres. Éstos se convirtieron en un ejército de reserva que estaba disponible para cualquier eventualidad política o militar –siempre bajo los designios del PCE–.
Aclarado el panorama militar en Francia, los líderes del PCE en España y Francia impulsaron una apertura política hacia otras fuerzas antifranquistas dispuestas a compartir el objetivo de desalojar a Franco del poder y restaurar la República. Un ejemplo de esta postura fue la promoción de la Unión Nacional Española (UNE), que había sido creada en 1941 por Jesús Monzón, por entonces hombre fuerte del PCE en Francia. La idea subyacente era que, una vez liberado el territorio francés, se ampliaría la acción militar contra España. El objetivo de la organización era crear un gobierno de Unidad Nacional, con fuerzas de izquierda y derecha, que restaurara la democracia convocando elecciones. Esta alternativa, que debía imponerse militarmente, implicaba, por supuesto, la invasión de España por parte de los aliados para ser viable.
La idea básica del plan de acción era apoyar la lucha armada dentro de España a través del maquis, con el fin de fomentar una rebelión popular contra el régimen y dar motivos para una posterior intervención de los aliados en España. El objetivo final era derrocar al régimen de Franco. En este contexto político se produjo la invasión del Valle de Arán, que pretendía cumplir esos objetivos. Todo ello cuando se empezaba a pensar que el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa estaba cerca y los aliados podrían abrir un nuevo frente en España.
Pero las fuerzas aliadas, especialmente Estados Unidos e Inglaterra, no estaban interesadas en prolongar la guerra, sobre todo cuando comenzaron a aflorar las disensiones con la URSS, diferencias que acabarían desembocando en la Guerra Fría. El ejemplo de la guerra civil griega (1944-1946), entre guerrillas comunistas y fuerzas monárquicas, fue un elemento disuasorio ante cualquier acción invasora en España. El miedo a una mayor influencia comunista en Europa y el cansancio de la guerra prevalecieron sobre todos los demás criterios.
Por otra parte, dentro del PCE no todas las posiciones eran favorables. De hecho, Dolores Ibarruri, entonces secretaria general del PCE, no fue informada del ataque. Ella y Monzón estaban en desacuerdo; Por ello decidió esperar los acontecimientos, sin apoyar explícitamente la iniciativa pero tampoco condenarla, mientras enviaba a Santiago Carrillo a París para recabar información.
A la idea de la invasión también se opusieron otros miembros del partido, tanto políticos como militares, más partidarios de formar grupos guerrilleros al estilo de los partisanos comunistas yugoslavos que de un ataque directo. A posteriori estas posiciones eran más sensatas. El principal problema del plan fue la inconsistencia del análisis del PCE, especialmente el de Jesús Monzón. Ni la población se levantaría ni las potencias occidentales apoyarían una acción liderada por los comunistas. Los informantes del partido ya habían comunicado que la población no apoyaría un levantamiento.
La operación, que recibió el rimbombante nombre de Reconquista de España, fue diseñada para ser llevada a cabo por la AGE, aunque en la operación sólo participarían unos cinco mil efectivos, manteniéndose el resto en reserva. El ataque consistió en realizar diversas escaramuzas a lo largo de toda la frontera pirenaica, cuyo principal objetivo sería la distracción, mientras que la principal invasión se dirigiría contra Viella, capital del Valle de Arán. Se seleccionó este objetivo porque, una vez conquistado, era fácil de defender, especialmente en invierno cuando estaba aislado de España. La consolidación de un territorio español donde existiera la legalidad republicana podría cambiar muchas cosas.
Los primeros enfrentamientos –en Navarra y Hendaya– terminaron en fracaso, aunque también es cierto que fueron insignificantes. La acción principal comenzó el 19 de octubre con la invasión del Valle de Arán. Los hombres de la llamada 204 División Guerrillera, al mando del coronel Vicente López Tovar, ingresaron al valle divididos en tres columnas. Esta primera acción les permitió ocupar algunos caseríos y el pueblo de Bosost, pero el asalto a Viella, capital del valle, fue frenado al comprobarse que había una fuerte concentración de tropas franquistas -Ejército y Guardia Civil- encabezadas por General José Moscardó, Capitán General de Cataluña en ese momento.
Las principales batallas tuvieron lugar en Bosost y Bòrdes, en la parte occidental, y en Salardú, en la parte oriental, todas ellas los días 19 y 20. El mismo día 19, tropas de refuerzo franquistas, fuerzas de élite lideradas por la Legión y los Regulares, que truncaron la posibilidad de consolidar la conquista del territorio. Los enfrentamientos se saldaron con un saldo de unos 120 muertos por las tropas franquistas y unos 300 muertos por la guerrilla.
Ante la imposibilidad de cumplir los objetivos propuestos y con el peligro de que las tropas franquistas cortaran la retirada a Francia, el día 21 Santiago Carrillo, como líder político, y el general Luis Fernández ordenaron la retirada del contingente. Esta decisión fue prudente desde el punto de vista táctico, pero supuso el fracaso y la defenestración política de Jesús Monzón, pasando el control del PCE en España y Francia a Dolores Ibarruri.
El fracaso se explica porque no hubo apoyo popular a la invasión; la sociología de la zona –pequeños propietarios agrícolas y ganaderos– no correspondía al perfil más adecuado para lograr un posible apoyo al comunismo. También se explica por el desinterés de las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial –Gran Bretaña especialmente–, poco o nada a favor de abrir otro frente de combate y, además, dar protagonismo a los comunistas. Por su parte, Stalin no estaba interesado en enfrentarse a las potencias occidentales por una cuestión muy secundaria en su estrategia de aquel momento.
La invasión sirvió, paradójicamente, para unir al régimen de Franco. El descontento comenzó a extenderse en el ejército y en algunos sectores políticos –monárquicos, falangistas puros, etc.–, alentado por las victorias aliadas y la desaparición de los principales aliados internacionales del régimen. Así que la amenaza de invasión nos hizo olvidar los desacuerdos internos para concentrarnos en salvar a Franco y su régimen.
Bibliografía.
Documentos RNE (2013):«Los maquis:lucha y derrota de la guerrilla antifranquista». http://www.rtve.es/alacarta/audios/documentos-rne/documentos-rne-maquis-kucha-derrota-guerrilla-antifranquista-29-06-13/1903179/
Grande, A. (2010). Inés y la alegría (Edición Kindle). Barcelona:Tusquets.
La invasión del Valle de Arán (Sin fecha). En Wikipedia. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Invasi%C3%B3n_del_Valle_de_Ar%C3%A1n
Linde Ruiz, R. (2015). La invasión del Valle de Arán. Obtenido de https://blogdehistoriaderafa.wordpress.com/2015/11/15/la-invasion-del-valle-de-aran-the-invasion-of-the-valley-of-aran/
Marquina, A. (1980). La invasión del Valle de Arán por parte de los "maquis" pudo haber sido manipulada por el espionaje alemán. Recuperado de https://elpais.com/diario/1980/05/24/internacional/327967205_850215.html
Sánchez Agustí, F. (2014). Setenta años de la invasión maquis del Valle de Arán. Heraldo de Madrid . Recuperado de https://heraldodemadrid.net/2014/12/08/setenta-anos-de-la-invasion-maquis-del-valle-de-aran/
Van der Brule, A. (2015). El último cartucho de la libertad:la guerrilla que asoló el Valle de Arán. Recuperado de http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-01-17/el-ultimo-cartucho-la-tormenta-guerrilla-que-asolo-el-valle-de-aran_622949/