Fuerzas aliadas occidentales: Los aliados occidentales, principalmente Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, fueron los principales oponentes de Alemania en el frente occidental. Los aliados tenían una serie de ventajas sobre Alemania, incluida una mayor población y base industrial, más recursos naturales y una mayor capacidad para producir y transportar material de guerra. Los aliados occidentales también tenían la ventaja de poder luchar en líneas interiores, lo que les permitía mover tropas y suministros más rápida y fácilmente que Alemania.
Frente Oriental: Las vastas y abiertas estepas de Europa del Este favorecían la guerra móvil y el Ejército Rojo pudo utilizar su superioridad numérica para abrumar a los alemanes en una serie de batallas masivas.
Aceite: Alemania no tenía fuentes internas adecuadas de petróleo y dependía en gran medida de las importaciones de Rumania y la Unión Soviética. Los aliados pudieron cortar estos suministros, lo que obstaculizó gravemente la capacidad de Alemania para hacer la guerra.
Logística: Alemania no estaba tan bien equipada como los aliados en términos de logística, como transporte y cadenas de suministro. Esto les dificultó el traslado de tropas y suministros al frente y también obstaculizó su capacidad para responder a cambios repentinos en la situación.
Mano de obra: Alemania enfrentó una escasez crítica de mano de obra, especialmente en las últimas etapas de la guerra. Los constantes combates habían agotado sus reservas y no podían compensar sus pérdidas.
Bombardeo estratégico: La campaña de bombardeos estratégicos aliados fue devastadora para la infraestructura y la base industrial de Alemania. Los bombardeos destruyeron fábricas, centros de transporte y sistemas de comunicación, lo que dificultó a Alemania producir material de guerra y transportar tropas y suministros.