Alemania estaba particularmente preocupada por la fuerza industrial de Estados Unidos y sus vastos recursos, que podrían reforzar significativamente el esfuerzo bélico de los Aliados. Además, la entrada de Estados Unidos en la guerra significó que Alemania ahora se enfrentaría a una guerra en dos frentes, con el Frente Oriental contra la Unión Soviética y el Frente Occidental contra las fuerzas aliadas. Esto supondría una inmensa presión para los recursos y la mano de obra de Alemania.
En respuesta, Alemania intentó intensificar y acelerar sus campañas militares, con la esperanza de lograr victorias decisivas antes de que Estados Unidos pudiera movilizar completamente sus fuerzas. Sin embargo, esta estrategia finalmente fracasó cuando los aliados rechazaron los avances de Alemania.