Los defensores del gobierno autónomo argumentaron que Irlanda debería tener su propio parlamento y gobierno, responsable de los asuntos internos, mientras que los asuntos de política exterior y defensa permanecerían bajo el control del gobierno británico. Creían que este acuerdo permitiría a Irlanda gestionar sus propios asuntos y perseguir sus propios intereses, manteniendo al mismo tiempo una relación estrecha con Gran Bretaña.
El lema "Gobierno autónomo, gobierno de Roma" fue particularmente popular entre los nacionalistas irlandeses que también eran católicos romanos. Vieron el gobierno autónomo como una forma de proteger sus tradiciones religiosas y culturales, que temían que estuvieran amenazadas por el dominio británico dominado por los protestantes.
El lema también fue utilizado por algunos protestantes irlandeses que apoyaban el gobierno autónomo, aunque muchos protestantes se opusieron, temiendo que llevaría al dominio de los católicos en la política irlandesa.
El movimiento de autonomía finalmente logró lograr su objetivo de autogobierno para Irlanda. La Ley del Gobierno de Irlanda de 1920 estableció el Estado Libre Irlandés, un dominio autónomo dentro del Imperio Británico. Sin embargo, el Estado Libre no era totalmente independiente y no tenía control total sobre su propia política exterior o defensa. También fue dividido, y los seis condados del norte de Irlanda siguieron siendo parte del Reino Unido.
La partición de Irlanda condujo a una guerra civil y, finalmente, a la creación de la República independiente de Irlanda en 1949. Por lo tanto, el lema "Autonomía, Gobierno de Roma" ya no es relevante para la situación política actual en Irlanda.