El ascenso del nacionalismo y el militarismo en Europa: Después de la Primera Guerra Mundial, muchos países europeos quedaron con un sentimiento de nacionalismo y el deseo de recuperar su antigua gloria. Esto llevó al surgimiento de regímenes militaristas en países como Alemania, Italia y Japón.
El Tratado de Versalles: Muchos alemanes consideraron injusto el Tratado de Versalles, que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Exigía que Alemania cediera territorio, pagara reparaciones y aceptara la responsabilidad de la guerra. Esto creó una sensación de resentimiento entre los alemanes y contribuyó al ascenso del nazismo.
La Gran Depresión: La Gran Depresión, que comenzó en 1929, tuvo un impacto devastador en la economía mundial. Condujo a un desempleo generalizado, pobreza e inestabilidad política. Esto facilitó la llegada al poder de demagogos como Hitler y Mussolini.
El fracaso de la Sociedad de Naciones: La Sociedad de Naciones fue una organización internacional que se creó para prevenir la guerra. Sin embargo, no pudo detener el ascenso del fascismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
El Acuerdo de Munich: En 1938, el Acuerdo de Munich permitió a Alemania anexar la región de los Sudetes de Checoslovaquia. Esta fue una importante victoria diplomática para Hitler y mostró al mundo que las potencias occidentales no estaban dispuestas a hacerle frente.
La invasión de Polonia: El 1 de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia. Esta fue la gota que colmó el vaso para las potencias occidentales, que declararon la guerra a Alemania dos días después. Esto marcó el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.