1. Ausencia de un interés nacional claro: Estados Unidos no percibió una amenaza directa a sus intereses nacionales en el conflicto de Bosnia. Estaba preocupado por otros desafíos de política exterior, como la Guerra del Golfo, la reestructuración de Europa posterior a la Guerra Fría y el ascenso del terrorismo.
2. Complejidad del conflicto: El conflicto de Bosnia fue un complejo conflicto étnico y religioso en el que participaron múltiples facciones, incluidos musulmanes, serbios y croatas de Bosnia. La intervención requeriría una comprensión profunda del contexto histórico y un delicado acto de equilibrio para evitar una mayor escalada.
3. Falta de consenso internacional: No hubo un consenso internacional claro sobre cómo resolver el conflicto o qué papel debería desempeñar Estados Unidos. Las Naciones Unidas ya estaban involucradas en esfuerzos de mantenimiento de la paz y algunos países europeos también estaban involucrados, pero no había una estrategia unificada.
4. Potencial de avance de la misión: Estados Unidos temía que intervenir en Bosnia pudiera conducir a un compromiso prolongado y costoso, sin una estrategia de salida clara. Existía la preocupación de que el conflicto pudiera arrastrar a Estados Unidos a un conflicto balcánico más amplio, que involucrara a otros países de la región.
5. Oposición interna: Hubo una oposición significativa a la intervención estadounidense en Bosnia entre el público estadounidense y entre algunos miembros del Congreso. Muchos argumentaron que Estados Unidos debería centrarse en cuestiones internas y no involucrarse en otro conflicto extranjero.
Sin embargo, a medida que el conflicto se intensificó y surgieron informes de abusos contra los derechos humanos, Estados Unidos finalmente se involucró más, brindando asistencia humanitaria, apoyo aéreo y, finalmente, desplegando tropas terrestres como parte de una fuerza de paz liderada por la OTAN.