Factores externos:
1. Invasiones bárbaras: Las tribus germánicas, como los visigodos, los ostrogodos, los vándalos y los hunos, lanzaron repetidos ataques contra el Imperio Romano desde el siglo IV en adelante. Estas invasiones ejercieron presión sobre las fronteras del imperio y agotaron sus recursos.
2. Ascenso del cristianismo: La adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio Romano en el siglo IV provocó un cambio de enfoque que se alejó de los valores y tradiciones tradicionales romanos. Esto contribuyó a una disminución de la virtud cívica y al debilitamiento del espíritu militar.
Factores internos:
1. Inestabilidad política: El Imperio Romano experimentó un período de inestabilidad política en los siglos IV y V, con frecuentes guerras civiles y luchas de poder. Esto provocó una disminución de la autoridad central y una falta de liderazgo eficaz.
2. Decadencia económica: La economía del imperio sufrió una combinación de factores, incluidos el exceso de impuestos, la inflación y la pérdida de rutas comerciales. La disminución de los ingresos y la productividad económica hizo difícil mantener el ejército y defender las fronteras del imperio.
3. Desintegración social: La sociedad romana experimentó divisiones sociales y una disminución de la participación cívica. Las élites ricas se aislaron cada vez más de la gente común, lo que provocó una ruptura de la cohesión social y una pérdida de lealtad al imperio.
4. Decadencia militar: El ejército romano, que alguna vez fue una fuerza formidable, experimentó un declive en disciplina, entrenamiento y equipamiento. El imperio dependía cada vez más de mercenarios germánicos, que a menudo resultaban poco fiables y tenían lealtades divididas.
5. Corrupción administrativa: La corrupción se generalizó en la administración romana, lo que provocó una disminución de la eficiencia y una pérdida de la confianza pública. Esto debilitó la capacidad del imperio para responder eficazmente a los desafíos.
En última instancia, una combinación de estos factores contribuyó al declive gradual y eventual colapso del Imperio Romano Occidental. El golpe final del imperio se produjo en el año 476 EC, cuando el señor de la guerra germánico Odoacro depuso al último emperador romano, Rómulo Augústulo, y estableció su propio gobierno en Italia.