Conversiones forzadas: Carlomagno buscó unificar su imperio bajo el cristianismo y obligó a los pueblos conquistados a convertirse a la religión, a veces utilizando violencia y medidas duras para suprimir las prácticas y creencias paganas.
Duras campañas militares: Carlomagno libró numerosas guerras y campañas militares para expandir su imperio, que a menudo resultaron en importantes bajas, destrucción y desplazamiento de poblaciones.
Supresión de la disidencia: Carlomagno no toleró la disidencia ni la oposición a su gobierno. Reprimió rebeliones y ejecutó o castigó a quienes desafiaron su autoridad.
Centralización del poder: Carlomagno centralizó el poder en sus manos, limitando la autonomía de los líderes y comunidades locales. Esto podría verse como una restricción de los derechos y libertades locales.
Es importante señalar que estos aspectos negativos deben considerarse dentro del contexto de la época y las normas y valores predominantes del período medieval temprano. Si bien algunas de las acciones de Carlomagno pueden parecer duras según los estándares modernos, no fueron infrecuentes ni excepcionales durante esa época.