Ubicaciones estratégicas: Los territorios bizantinos ocupaban varios lugares de importancia estratégica, como fuertes, puertos y rutas comerciales. La conquista de estas áreas permitió a los otomanos obtener control sobre rutas comerciales terrestres y marítimas vitales, aumentando su poder e influencia regional.
Expansión y Prestigio: El Imperio Otomano estaba inmerso en un período de expansión y buscaba aumentar su territorio y poder. La conquista de tierras bizantinas mejoró el prestigio de los otomanos y elevó su estatus entre otras potencias regionales.
Legitimidad religiosa y política: El control de los antiguos territorios bizantinos, incluida la ciudad de Constantinopla (actual Estambul), añadió legitimidad histórica a la dinastía otomana. Les permitió reclamar el manto del Imperio Romano y posicionarse como los herederos legítimos de la región.
Debilitando el Imperio Bizantino: El objetivo final era debilitar y eventualmente colapsar el Imperio Bizantino, su principal rival regional. Al conquistar territorios bizantinos, los otomanos podrían reducir el poder de su oponente, aislarlo de sus aliados y allanar el camino para su eventual derrota.