Alejandro Magno murió en Babilonia, en algún momento entre el 10 y el 13 de junio del 323 a.C. Aproximadamente un mes antes de cumplir 33 años. Su muerte siempre ha estado rodeada de misterio y especulaciones. Se han propuesto múltiples teorías, desde intoxicaciones hasta alcoholismo o infecciones diversas, sin que se haya podido demostrar ninguna de ellas.
Ahora un investigador de la Universidad neozelandesa de Otago apunta a una nueva posibilidad:el síndrome de Guillain-Barré. En un artículo publicado en The Ancient History Bulletin La Dra. Katherine Hall afirma que ninguna de las teorías propuestas hasta ahora ofrece una explicación plausible y factible para un hecho registrado por una fuente:que el cuerpo de Alexander no mostró ningún signo de descomposición durante los seis días posteriores a su muerte .
En aquella época este hecho se explicaba por la creencia de que Alejandro era un dios, o al menos tenía ascendencia divina. Aunque también es cierto que cuenta una leyenda que el cuerpo se conservó cubriéndolo de miel.
Según Hall, junto con esta descomposición retardada, habría desarrollado fiebre, dolor abdominal y una parálisis progresiva, simétrica y ascendente, además de haber permanecido compos mentis. (lúcidamente, en su sano juicio) hasta justo antes de morir.
Esto sería consistente con un diagnóstico de síndrome de Guillain-Barré contraído por una infección por Campylobacter pylori (una bacteria relacionada con la úlcera duodenal y otras infecciones gástricas, y es la causa del síndrome). El elemento clave aquí es el estado de alerta, que, ante la fiebre y el dolor abdominal, no ha recibido, según Hall, la debida atención.
Así, Alejandro habría contraído una variante de neuropatía axonal motora aguda (precisamente asociada al síndrome de Guillain-Barré) que le provocaba parálisis pero lo mantenía consciente. Según Hall, la muerte se produjo debido a las dificultades para diagnosticar esta enfermedad en la antigüedad, cuyo tratamiento dependía más de la presencia de la respiración que del pulso .
La parálisis del cuerpo junto con la disminución del consumo de oxígeno habrían hecho creer a los testigos que estaba muerto. A la confusión se habría sumado un posible fallo en la autorregulación de su temperatura corporal y en la fijación y dilatación de sus pupilas. Hall señala que por tanto, la conservación de su cuerpo no habría tenido ninguna causa milagrosa o divina. Simplemente no estaba muerto, sólo paralizado. Su muerte real, afirma el investigador, se habría producido seis días después.
Si la teoría es correcta, estaríamos ante el caso de pseudotánatos o falso diagnóstico de muerte más famoso jamás registrado. Y el síndrome de Guillain-Barré daría coherencia a todos los variados elementos que se han contado sobre su muerte, integrándolos con cierta elegancia.