Bajo el reinado de Nerón (del 54 al 68) el Imperio Romano, fuerte y poderoso, estaba en su apogeo. El emperador desea reconstruir Roma para darle el esplendor que merece. Además, cuando en el año 64 se produjo el gran incendio de Roma, no lejos del Circo Máximo, mucha gente sospechó del propio Nerón. Para calmar a los ciudadanos, éste sugiere que fueron los cristianos quienes lo iniciaron. Había que apaciguar a la multitud porque este enorme incendio, que ardió del 19 al 24 de julio de 64, luego se reavivó durante tres días, arrasó prácticamente toda Roma (10 de los 14 distritos) y causó miles de muertos. Prohibida la práctica de la religión cristiana (estos creyentes de origen judío ya habían sido expulsados por Tiberio en el año 19, y por Claudio en el 41), los culpables, de los que el mundo romano desconfiaba porque no honraban a sus dioses. , se encuentran todos.
64 a.C.
Personajes
Nerón
Procedimiento
Temiendo la ira de la multitud y que su popularidad flaqueara, Nerón, consciente de la tragedia del incendio, ordenó, en -64, capturar a muchos cristianos a los que atribuyó el desastre. Las torturas infligidas a estos creyentes son tales que marcan profundamente a los espíritus y, en particular, a Tácito (historiador y senador romano) que relata el acontecimiento. En efecto, varios centenares de cristianos (unos 300) son entregados a las bestias para que los devoren, otros son recubiertos de resina y quemados vivos o crucificados. Este hecho confirma "oficialmente" la primera persecución de los cristianos, que pasó a llamarse "persecución de Nerón". Los discípulos de Cristo, Pablo y Pedro, se encuentran entre las víctimas de este emperador del que se decía loco:el primero fue decapitado y el segundo crucificado cabeza abajo.
Consecuencias
Con esta primera persecución oficial, ordenada por un jefe de Estado romano, Nerón abrió el camino a los mártires cristianos. De hecho, después de este trágico acontecimiento, a lo largo de los siglos siguieron muchas oleadas de persecución, bajo los reinados de Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Septimio Severo, Maximino el Tracio, Valeriano, Aureliano y que continuaron hasta el emperador Diocleciano (311). La conversión del emperador Constantino supuso la firma del Edicto de Milán, en el año 313, que autorizaba por tanto la libertad de culto.