La teoría divina fue propuesta por primera vez por filósofos antiguos como Platón y Aristóteles, quienes sostenían que un gobernante debería ser como un rey filósofo, alguien sabio y justo que gobierna en beneficio del pueblo. En la Europa medieval, la teoría divina era ampliamente sostenida por la Iglesia Católica, que enseñaba que los reyes y las reinas eran los representantes ungidos de Dios en la Tierra y que su autoridad no debía ser cuestionada.
La teoría divina se ha utilizado para justificar el gobierno de muchos tipos diferentes de monarcas, desde gobernantes benévolos que usaron su poder para mejorar las vidas de sus súbditos hasta déspotas tiránicos que abusaron de su poder y oprimieron al pueblo. Sin embargo, la teoría divina también ha sido criticada por muchas personas, quienes argumentan que otorga demasiado poder a un individuo y que puede usarse para justificar cualquier tipo de injusticia o crueldad.
En el mundo moderno, la teoría divina ya no es ampliamente aceptada. La mayoría de los países tienen ahora gobiernos democráticos, que se basan en el principio de que el poder debe provenir del pueblo y no de un solo gobernante. Sin embargo, algunas personas todavía creen en la teoría divina y sostienen que es la mejor manera de garantizar una sociedad estable y justa.