Historia antigua

Segregación racial

Segregación racial

En su historia reciente, Sudáfrica ha tenido su trayectoria marcada por la cuestión de la explotación colonial. En el siglo XV, la región tuvo gran importancia para sustentar el proyecto mercantil lusitano, que utilizaba los puertos de su porción costera como punto de conexión entre las Indias y la Península Ibérica. Dos siglos después, la colonización de los protestantes holandeses impulsó la instalación de un nuevo grupo social conocido como los bóers.

En el siglo XIX, los británicos también se interesaron por esta misma región, sobre todo tras descubrir los ricos yacimientos de diamantes en suelo sudafricano. En aquel momento, la acción intervencionista neocolonial de los británicos favoreció la creación de una serie de leyes que reforzaban la superioridad de la población de blancos sobre la negra. Una de estas primeras leyes fue la “Ley de Tierras Nativas”, que garantizaba aproximadamente el 90% del espacio sudafricano a la población blanca.

Con el proceso de urbanización y modernización económica que alcanzó los centros urbanos del país, esta política segregacionista promovió las malas remuneraciones y la separación espacial de la población negra concentrada en barrios sin la infraestructura mínima. Otra norma que reafirmó esta distinción fue la Ley de Pase, que obligaba a los negros a utilizar un tipo de documento oficial que les autorizaba a circular por determinados lugares de Sudáfrica.

En reacción a tales imposiciones, un grupo de negros intelectualizados o de clase media organizaron el Congreso Nacional Africano (ANC), que defendía la desobediencia civil como medio para subvertir las demandas del gobierno racista. El 26 de julio de 1952, varios insurgentes formaron la Campaña de Desafío, donde se unieron en Port Elizabeth para protestar públicamente contra el segregacionismo instituido por el Partido Nacional, compuesto exclusivamente por la élite blanca del país.

La dura respuesta del gobierno, concretada mediante la detención de los manifestantes, sirvió para que otros negros apoyaran el levantamiento contra el orden vigente. En 1955, otra reunión de activistas contra el apartheid, conocida como el "Congreso del Pueblo", redactó la "Carta de la Libertad", que afirmaba que los derechos y deberes en África deberían extenderse a toda la población. Una vez más, el gobierno blanco reaccionó con rigor con una ley que preveía el encarcelamiento de quien portara este documento.

En 1959, durante el gobierno de Hendrik Verwoerd, se inició una gran campaña que animaba a los negros a quemar los pasos. En la región sur del país, alrededor de 10.000 negros se reunieron pacíficamente para expresar su claro descontento con el régimen. En respuesta, las tropas gubernamentales abrieron fuego contra una multitud desarmada, lo que provocó la muerte de sesenta y siete manifestantes, entre ellos mujeres y niños.

El desafortunado episodio pasó a ser conocido como la “Masacre de Sharpeville” y provocó una ola de protestas dentro y fuera de Sudáfrica. Después de eso, los partidarios del ANC comenzaron a defender la lucha armada como otro medio para poner fin a la política de apartheid. Como resultado, el país sufrió la guerra civil y, poco después, los líderes del ANC fueron arrestados y juzgados por las autoridades. Entre otros miembros encarcelados se encontraba Nelson Mandela, condenado a cadena perpetua por el delito de conspiración.

Imprimiendo un nuevo frente de represión contra las protestas, el gobierno segregacionista desarrolló los llamados bantustanes, enormes guetos donde miles de negros se vieron obligados a vivir cerca de las regiones industriales del país. Esas medidas no hicieron más que empeorar el conflicto racial y aumentar la presión de la comunidad internacional contra las acciones emprendidas por el apartheid. Tras la independencia de países como Mozambique y Angola (1975), los movimientos por la igualdad racial cobraron más fuerza.

Con el tiempo, el embargo económico de la ONU y la salida de empresas multinacionales –que temían la radicalización de los conflictos– presionaron para que se revisaran las leyes racistas. Durante el gobierno de P.W. Botha, el aumento del conflicto entre civiles negros y militares tuvo como resultado el arresto, la tortura o el asesinato de más de 50.000 insurgentes. En cada cortejo fúnebre se organizaban pequeñas e impresionantes manifestaciones que pedían el fin del derramamiento de sangre.

Mientras tanto, Nelson Mandela se ha convertido –incluso estando en prisión– en un gran símbolo de lucha. En varias protestas organizadas, la liberación del líder negro era una agenda obligatoria. En 1989, el gobierno liberal de Frederick de Klerk impulsó la legalización del ANC e instituyó la liberación de Nelson Mandela. En 1992, un referéndum dirigido a la población blanca votó a favor de poner fin al apartheid. Dos años más tarde, Nelson Mandela fue elegido presidente en las primeras elecciones multirraciales del país.

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