1. Guerra de trincheras:La guerra implicó en gran medida luchar desde posiciones atrincheradas y el gas venenoso se consideraba un medio para romper las líneas enemigas. Su capacidad para extenderse a distancias significativas y permanecer en tierra podría obligar a los soldados a abandonar sus trincheras o incluso causar numerosas bajas sin la necesidad de un combate terrestre directo.
2. Negación de área:Se podría utilizar gas venenoso para crear zonas de contaminación que se volvieran intransitables para las tropas enemigas. Esto podría crear obstáculos a los movimientos del enemigo y obligarlos a ocupar posiciones menos ventajosas.
3. Impacto psicológico:el uso de gas venenoso, particularmente agentes nuevos e impredecibles como el gas mostaza, jugó un papel importante en minar la moral de los soldados y civiles enemigos. El miedo y la incertidumbre causados por la guerra química podrían provocar la pérdida de cohesión de las tropas y deserciones.
4. Sorpresa y Velocidad:El gas venenoso podría aprovechar las brechas o vulnerabilidades en la defensa del enemigo, permitiendo avances rápidos. En determinados casos, facilitó la captura de posiciones enemigas.
5. Objetivos estratégicos:El gas venenoso ofrecía opciones para lograr objetivos estratégicos apuntando a áreas logísticas, rutas de suministro y centros industriales detrás de las líneas del frente. Al difundir el caos y la perturbación, también pretendía debilitar el apoyo civil del oponente al esfuerzo bélico.
El uso extensivo de gas venenoso en la Primera Guerra Mundial generó serias preocupaciones sobre la moralidad y los efectos a largo plazo de la guerra química. Esto finalmente llevó a la firma del Protocolo de Ginebra de 1925, cuyo objetivo era prohibir el uso de gases venenosos y armas bacteriológicas en la guerra.