Los sirvientes contratados eran típicamente personas que habían aceptado trabajar por un período de tiempo determinado a cambio de un pasaje a las Américas o del pago de una deuda. A menudo estaban muy motivados para trabajar duro para cumplir con sus obligaciones y obtener su libertad. Sin embargo, también podrían frustrarse y rebelarse si sintieran que los estaban tratando injustamente o si sus condiciones eran demasiado duras.
Los esclavos, por otro lado, eran personas obligadas a trabajar sin paga y sin derechos legales. A menudo eran objeto de malos tratos y abusos físicos, lo que podía reducir sus probabilidades de ser trabajadores productivos. Sin embargo, algunos esclavos también pudieron encontrar formas de resistir a sus opresores y mantener un sentido de dignidad y respeto por sí mismos, lo que podría llevarlos a ser trabajadores más confiables.
En última instancia, la confiabilidad de los sirvientes y esclavos contratados dependía de una variedad de factores, incluida la personalidad y la ética laboral del individuo, las condiciones de su empleo y el nivel de supervisión que recibían.