En Estados Unidos, por ejemplo, el coste de una casa en el siglo XVIII oscilaba entre unos pocos cientos y unos pocos miles de dólares. Una modesta casa de madera en una zona rural puede costar alrededor de 500 dólares, mientras que una casa más grande y bien construida en un pueblo o ciudad puede costar varios miles de dólares. En Boston, por ejemplo, una casa típica costaba alrededor de 1.000 dólares a mediados del siglo XVIII. En las zonas rurales, sin embargo, se puede construir una casa por tan sólo 200 dólares.
En Europa, el coste de una casa también variaba considerablemente de un país a otro y de una región a otra. En Inglaterra, por ejemplo, una pequeña cabaña puede costar alrededor de £50, mientras que una casa más grande y sólida puede costar varios cientos de libras. En Francia, el coste de una casa oscilaba entre unos pocos cientos y unos miles de libras.
Por supuesto, el coste de una casa también dependía de los materiales utilizados en su construcción. Las casas de madera eran generalmente menos costosas que las de ladrillo o piedra. Las casas de piedra eran las más caras, pero también más duraderas y resistentes al fuego.
Además del coste de construcción, el valor de una casa también se veía influido por su ubicación. Las casas en ubicaciones deseables, como cerca de los centros urbanos o a lo largo de ríos, eran generalmente más caras que las casas en zonas más rurales.
En general, las casas eran más asequibles en el siglo XVIII que en la actualidad. Sin embargo, es importante recordar que el valor del dinero también era diferente en el siglo XVIII. Un dólar o una libra en el siglo XVIII tenían un poder adquisitivo mucho mayor que el de hoy.