Primero, el artesano diseñaría la ventana en un dibujo a escala real. Luego, se cortaron las piezas individuales de vidrio y se les dio forma para que se ajustaran al diseño. Luego, las piezas se pintaban con esmalte o tinte y se cocían en un horno para fijar los colores. Finalmente, las piezas se ensamblaron y unieron con tiras de plomo y se soldaron en su lugar para formar la ventana completa.
La parte del proceso que consumía más tiempo solía ser el pintado y la cocción de las piezas de vidrio individuales. Algunos colores requerían múltiples cocciones para lograr la intensidad deseada, y el proceso de enfriamiento del vidrio después de cada cocción debía controlarse cuidadosamente para evitar grietas o daños.
En general, la creación de un vitral en la Edad Media requería un alto nivel de habilidad y paciencia, y el tiempo que llevaba completar una sola vidriera era un testimonio de la dedicación y el arte de los artesanos involucrados.