2. Diseño e ingeniería: Los arquitectos e ingenieros romanos prestaron atención al diseño y la ingeniería de sus edificios, teniendo en cuenta factores como la distribución del peso, los cimientos y los factores ambientales. Incorporaron elementos como contrafuertes, columnas y muros de carga como soporte estructural.
3. Mantenimiento y conservación: Los romanos entendieron la importancia de mantener sus edificios para garantizar la longevidad. El mantenimiento regular, como limpieza, reparaciones y restauración, ayudó a preservar sus estructuras y prevenir el deterioro.
4. Planificación urbana: Las ciudades romanas estaban bien planificadas con drenaje, saneamiento e infraestructura adecuados, lo que contribuía a la longevidad general de sus edificios. Los sistemas de drenaje adecuados ayudaron a proteger las estructuras de los daños causados por el agua, mientras que las medidas sanitarias redujeron el riesgo de daños causados por plagas y descomposición.
5. Importancia cultural: Los romanos valoraban sus edificios como símbolos culturales y de poder. Este significado cultural llevó al compromiso de mantenerlos y preservarlos para las generaciones futuras.
Al combinar estas estrategias, los romanos pudieron construir edificios impresionantes y duraderos que han resistido la prueba del tiempo y siguen siendo hitos notables y maravillas arquitectónicas hasta el día de hoy.