Aunque existe una cierta tendencia común a pensar el Neolítico -última etapa de la Edad de Piedra- como un período unitario, la aparición de la agricultura y la ganadería permitió la sedentarización y con ella el nacimiento de las primeras sociedades agrarias, de modo que inevitablemente hubo una diversificación considerable. De hecho, culturas neolíticas simultáneas nacieron en varios rincones de la Tierra sin conexión entre sí y luego, dentro de cada una, evolucionaron subdividiéndose. En Europa, uno de los más peculiares fue el conocido como Burned House Horizon (Horizonte de Casas Quemadas), nombre que alude a su principal característica.
Estamos hablando de una vasta región cuyos habitantes tenían la peculiar costumbre de incendiar sus viviendas de forma cíclica, cada sesenta u ochenta años aproximadamente, como demuestra el curioso registro arqueológico. Curioso por la vitrificación por efecto del fuego de los restos encontrados, ya que aquellas estructuras arquitectónicas fueron realizadas con la técnica de zarzo (paneles de ramas entrelazadas) y barro (en realidad una mezcla de tierra húmeda, arcilla, estiércol y paja), equivalente a lo que en América se conoce como bahareque y que también las hay en otros lugares como África y Anatolia.
Después de todo, el Horizonte de las Casas Quemadas se extiende por el sureste de Europa, desde los Balcanes hasta la frontera de Ucrania con Rusia, rodeando la costa norte del Mar Negro y abarcando países como Montenegro, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Serbia, Hungría, Eslovaquia, Bulgaria, Rumania, Moldavia. y Ucrania. Cronológicamente se desarrolló a lo largo de cuatro milenios y medio, entre el 6500 a.C. y 2000 a.C., por lo que se enmarca dentro del citado Neolítico pero llegando también al Calcolítico (Edad del Cobre) e incluso a la transición a la Edad del Bronce.
En todos los países nombrados, sin coincidir evidentemente con sus fronteras actuales, surgieron diversas culturas que pueden incluirse dentro del Horizonte de las Casas Quemadas, como los Körös, los Starčevo, los Dudești, los Vinča, los Boian, los Tisza, los Gumelnița. – Karanovo y Bubanj-Sâlcuta-Krivodol, además de grupos que pertenecen a la Cultura de Bandas Cerámicas, en el caso de Szakálhát. De esta lista cabe destacar Cucuteni (o Cucuteni-Tripilia), el clásico ejemplo del Horizonte de las Casas Quemadas, por ser el más reciente de todos, porque fue el que ardió durante más tiempo -más de un milenio y medio-, y porque estos fueron registrados en todas sus fases.
Floreció desde los Cárpatos hasta las regiones del Dniéster y el Dniéper, en una superficie de unos 350.000 kilómetros cuadrados que hoy ocupa el noreste de Rumanía, el oeste de Ucrania y toda Moldavia, entre el 4500 a.C. y 3000 a.C. Su emplazamiento principal -el que le da nombre- se sitúa en el noreste de Rumanía, en el distrito de Iași, aunque se puede sumar el de Tripilia, en el óblast ucraniano de Kiev; hay otros, claro está, hasta dos mil enclaves identificados de distintos tamaños. Pero el primero no fue descubierto hasta 1884, comenzando a excavarse ya en el siglo XX, mientras iban apareciendo más. Fue en Rumanía, aunque luego se consideró que el verdadero centro de la cultura tenía que estar situado en Moldavia.
La cultura Cucuteni evolucionó a partir de la danubiana de las Bandas Cerámicas y suele definirse como el primer caso de poblamiento urbano en Europa (incluso hay quien habla de incipientes ciudades-estado), a pesar de que generalmente se trata de pueblos pequeños, separados de unos metros entre sí. tres o cuatro kilómetros. Esto se debe a que en una fase más avanzada crecieron y llegaron a albergar hasta cuatro decenas de miles de habitantes, como ocurrió en Tripilia (en Cucuteni los pueblos eran algo más pequeños, con no más de 4.000 personas).
Se construyeron aprovechando la orografía como defensa natural, añadiendo fosos y otros sistemas de protección. En el interior, el esquema urbano era radial, sucediéndose calles estrechas flanqueadas por decenas de edificios hacinados -unidos entre sí, incluso-, con sus barrios artesanales y todo. La vida era fundamentalmente comunitaria, con una jerarquía débil y sin élite política. La economía, casi de subsistencia, apenas tuvo comercio hasta que empezó a llegar el cobre; se encontraba, pues, a medio camino entre los cazadores-recolectores y las civilizaciones que surgirían en la Edad del Bronce.
Se cultivaban cereales y se domesticaba ganado, aunque no está claro si esto incluye al caballo; los juguetes encontrados indican que conocían la rueda pero no se han encontrado carritos. En cambio, produjeron sal y, de hecho, la población de Starčevo explotó la que se considera la primera salina conocida, en la región rumana de Moldavia. No debería sorprendernos, ya que los Cucuteni eran posiblemente la cultura más avanzada del mundo en aquella época, tecnológicamente hablando. Practicaban la cerámica y en la elaboración de herramientas y armas utilizaban piedra pulida, pedernal, obsidiana, hueso y madera.
Artefactos funerarios, figurillas (femeninas, las más abundantes) y algunas construcciones identificadas como templos nos hablan de sus creencias y rituales religiosos. Antes se pensaba que constituían una sociedad matriarcal adorando a una diosa madre hasta que por influencias externas se impuso el modelo patriarcal de los invasores indoeuropeos; esto, sin embargo, ha sido duramente cuestionado hoy y se considera que aquella sociedad era más compleja que eso. Habría que determinar si la costumbre de quemar las casas se debía a un motivo ceremonial.
Porque si algo caracteriza a Horizonte de Casas Quemadas en general y a la cultura Cucuteni-Tripilia en particular es la tradición de incendiar sus hogares de forma cíclica. Esto último, la periodización, es importante para deducir que no se trataron de incendios accidentales, como demuestran los sucesivos estratos excavados. Lo más extraño de todo es que no solo un edificio fue destruido sino los de toda la comunidad, sin saber a ciencia cierta si el pueblo fue abandonado o simplemente reconstruido, lo que ha dado lugar a especulaciones con múltiples teorías.
Cuando se iniciaron los estudios de los yacimientos en la primera mitad del siglo XX, se pensaba que todo era involuntario, fruto de guerras o incluso incendios accidentales que no se podían detener (las casas se construían muy cerca unas de otras y con bastante materiales inflamables). . Pero lo que parecía lógico resultó no serlo cuando aparecieron nuevos asentamientos de diferentes culturas del sudeste europeo y todos presentaban las mismas condiciones. Eso sí, con algunas diferencias formales y cronológicas:en algunos había restos humanos enterrados en su interior (sin signos de fuerza), en otros una mayor cantidad de enseres domésticos, algunos del Neolítico temprano, los del Calcolítico, etc.
Eso le restó importancia a un dato:que entre los incinerados también estaban los silos de cereales, es decir, las reservas de alimentos, algo absurdo en un principio. En la segunda mitad del siglo, la hipótesis del fuego ritual comenzó a prevalecer, por tanto de forma intencionada, gracias a la recreación de fuegos en las mismas condiciones:partiendo de la idea de un fuego originado en la cocina, el resultado al cabo de treinta horas fue que las llamas devoraron por completo el techo vegetal pero prácticamente no afectaron a los muros, de los cuales se coció una mínima parte (recordemos que eran de arcilla) respecto a los restos vitrificados que habían desenterrado los arqueólogos.
La cuestión entonces fue intentar desentrañar el porqué y ahí surgieron unas cuantas propuestas. El arqueólogo ruso Evgeniy Yuryevich Krichevsky sugirió en los años 40 una propuesta bastante audaz:aquellas personas intentaron reforzar las paredes e impermeabilizarlas cociendo la arcilla con la que estaban hechas, aunque eso no explica por qué en su interior había entierros y pertenencias, además de a partir de que el registro arqueológico evidencia que los edificios colapsaron debido a las llamas.
En 1993, otro arqueólogo, el estadounidense Gary Shaffer, publicó un trabajo en el que reformuló a Krichevski intentando demostrar que las casas de acacia y barro eran endebles, por lo que sus ocupantes las quemaban de vez en cuando para reconstruirlas con paredes endurecidas por el calor; Al parecer, encontró ejemplos precisamente en Cucuteni-Trypilia, con material combustible (paja, madera) acumulado alrededor de las casas para alcanzar las altas temperaturas de vitrificación.
Hay quienes le dan una vuelta de tuerca y sostienen que se hizo para fumigar, en lo que sin duda sería un método pesticida contundente, pero excesivo. Otra posibilidad señalada fue la demolición para obtener espacio, algo basado en lo que decíamos antes sobre la escasez de espacio en los pueblos de esa cultura. Sin embargo, la arqueología vuelve a desmentirlo:las nuevas casas fueron reconstruidas sobre los cimientos y ruinas de las anteriores. Así que ninguna de estas teorías fue capaz de resolver el gran enigma de la Cultura de las Casas Quemadas; entonces fue necesario recurrir al mundo espiritual.
Si se supone que la religión de aquellos pueblos era animista, esto significaría que todos los objetos tendrían alma, incluidas las casas. Al final de su «vida» útil -y aquí hay que mirar atrás, a esa fragilidad que señalaba Shaffer- serían prendidos fuego deliberadamente para liberar dicho espíritu y facilitar un renacimiento con la reconstrucción que se hizo justo arriba. Eso explicaría por qué fueron quemados con el ajuar en su interior y también el motivo por el que en los depósitos se ha encontrado abundante material combustible apilado; toda la comunidad participaría en el evento.
El misterio se extiende hasta el fin de la cultura Cucuteni-Tripila. Ya hemos visto una posibilidad:la llegada de los protoindoeuropeos, más concretamente los kurganes o yamnas, que desde la estepa póntica penetraron en el valle del Danubio. Defendida por la lituana Marija Gimbutas, tiene el problema de la discrepancia cronológica, ya que Cucuteni-Tripila era más antigua y ambas culturas no habrían estado en contacto más de tres siglos.
A partir de 1997, con la creciente conciencia sobre el cambio climático, se propuso para la época esta explicación, tomando como referencia la llamada Teoría de Blytt-Sernander:el enfriamiento experimentado desde la última Edad del Hielo provocó la que fue la mayor sequía sufrida en el planeta. continente hasta entonces, arruinando la agricultura, que era la base de la economía Cucuteni-Tripila. Habría acabado absorbido por los kurganes, que eran pastores y toleraban mejor aquellas condiciones adversas. En otras palabras, hay muchas preguntas y pocas certezas. Después de todo, esto es prehistoria.