Descubrimientos arqueológicos

El Canal de los Faraones, el precedente del Canal de Suez que estuvo en uso hasta el siglo VIII

El 17 de noviembre de 1869, ocho años después del inicio de las obras, se inauguró oficialmente el Canal de Suez. Aquella gran obra de ingeniería que unió el Mediterráneo con el Mar Rojo, facilitando enormemente la comunicación entre Europa, la costa oriental de África y Asia, tenía una evidente importancia geoestratégica que existía desde la antigüedad, de ahí que existiera un intento previo a finales del siglo XIX. Antiguo Reino egipcio, continuado posteriormente por diferentes gobernantes y civilizaciones. Es lo que hoy conocemos como el Canal de los Faraones.

El Canal de los Faraones, el precedente del Canal de Suez que estuvo en uso hasta el siglo VIII

Napoleón lo encontró en 1799, durante aquella famosa expedición a Egipto que él personalmente dirigió y que tanta importancia iba a tener para el nacimiento de la egiptología. De hecho, él también se dio cuenta de las posibilidades de la idea y comenzó a excavar un canal que permitiría a su flota cambiar de mar sin tener que circunnavegar todo el continente africano y comprometer así la India británica. Curiosamente, el plan salió mal por la misma razón que le había sucedido a Ramsés II tres mil años antes.

Retrocedamos en el tiempo, pero no al Reino Nuevo -período en el que vivieron los ramésidas- sino más bien antes, al Reino Antiguo. Fue entonces, probablemente, cuando los faraones empezaron a plantearse la posibilidad de unir el Mediterráneo con el Mar Rojo. ¿El objetivo? Facilitar a los barcos que vienen de Biblos con sus preciosos cargamentos de madera la salida al golfo de Suez, dado que el Nilo corre paralelo a él sin salida; Hasta entonces, era necesario que para este traslado los barcos fueran desembarcados, desmontados y transportados hasta los Lagos Amargos, desde donde eran reensamblados y ya podían navegar hacia mar abierto.

El Gran Lago Amargo y el Pequeño Lago Amargo son dos bolsas de agua salada cuya superficie alcanza unos 250 kilómetros cuadrados y que en aquella época tenían acceso al Mar Rojo, aunque luego se perdió y hubo que utilizar alternativas. Uno era el Wadi Hammamat, un bulevar enclavado en una rica región minera (de donde se extraían basalto, cuarzo, esquisto y esa característica roca verde llamada bejen) que conducía desde la ciudad de Quift en el Nilo tebano hasta Qusayr en la costa del Mar Rojo.

El Canal de los Faraones, el precedente del Canal de Suez que estuvo en uso hasta el siglo VIII

Pero más prometedor era el Wadi Tumilat, otro bulevar mejor situado geográficamente ya que comunica el delta del Nilo desde Bubastis con los ya mencionados Lagos Amargos; su parte occidental corresponde a la bíblica Tierra de Goshen (la zona por la que los hebreos salieron de Egipto para el Éxodo). Ese segundo wadi fue la opción elegida. Mucho después, sí, porque aunque abrir un canal podría ser una obra ambiciosa pero factible, no encontramos referencias documentales hasta el Reino Medio, cuando el faraón Sesostris I (el segundo de la XII dinastía), tomó la decisión. Al menos, así lo cuenta Aristóteles en su obra Meteorológico :

El Canal de los Faraones, el precedente del Canal de Suez que estuvo en uso hasta el siglo VIII

Estrabón confirma los datos, al igual que Plinio el Viejo , que en la Historia natural de él afecta al monarca persa; entonces ya veremos. Por ahora cabe añadir que Sesostris I también construyó una serie de fortificaciones en la región con la misión de proteger el canal. Allí también se ubicaba el llamado Camino de Horus, la ruta que unía Egipto con Oriente Medio, discurriendo entre las actuales Suez y Gaza; era tan valioso, estratégicamente hablando, que durante el Imperio Nuevo las defensas iniciadas por Sesostris fueron reforzadas y ampliadas con once fuertes fortalezas y dos ciudades, Pi-Ramsés (actual Qantir) y Pi-Atum (Tell el-Masjuta).

De momento sigamos en la época faraónica, aunque unos siglos después porque, tras una serie de abandonos y recuperaciones, llegó al poder el hombre que iba a darle el primer gran impulso. No podía ser otro que el faraón más megalómano de la historia de Egipto:Ramsés II, que llenó el país de obras arquitectónicas para su mayor gloria y cuando no las hizo usurpó las de sus antecesores poniendo su nombre. Fue él quien erigió a Pi-Ramsés, designándola obviamente como su capital y estableciéndose allí. Era consecuencia inevitable que también quisiera impulsar su desarrollo económico y para ello convenía que el tráfico marítimo pudiera llegar hasta allí, ya que no estaba en la costa.

Así se excavaron otros cien kilómetros de Wadi Tumilat, que unen Bubastis, Pi-Atum y Pi-Ramesses para terminar a veinte kilómetros del lago Timsah. Se suponía que el canal desembocaría en él, pero los ingenieros de Ramsés se dieron cuenta de que habían cometido un error fatal en sus mediciones:el que cita Aristóteles sobre la diferencia de altitud entre el Mediterráneo y el Mar Rojo; Los ingenieros franceses de Napoleón, como vimos, también cayeron en la trampa. En ambos casos el resultado fue el mismo:el abandono de las obras.

El Canal de los Faraones, el precedente del Canal de Suez que estuvo en uso hasta el siglo VIII

Ahora bien, era un proyecto demasiado jugoso para caer en el olvido, por lo que, aunque pasaron seis siglos y medio, el faraón Necao II, de la dinastía XXVI (en época saíta), lo recuperó y esta vez le dio un impulso mucho mayor. Decidí eso antes. Necao II no tuvo tiempos fáciles y tuvo que resistir con valentía el expansionismo babilónico, que logró frenar en la franja sirio-palestina apoderándose de las provincias fenicias del Imperio neoasirio; Al parecer, fue durante esa campaña que decidió continuar con la construcción del canal.

La infraestructura se basó en la de Ramsés II y se extendió más allá. Debía comenzar en el lago Timsah, una cuenca de falla llena de agua salada que alcanza unos 86 kilómetros cuadrados de superficie, aunque apenas cubre un metro y es pantanosa. Desde allí llegaría a los citados Lagos Amargos que, por cierto, hoy están conectados con el anterior como parte del Canal de Suez, lo que indica que Neco tenía buen ojo. De hecho, el plan del faraón era más ambicioso y constituía un auténtico precedente para la obra de Lesseps.

El Canal de los Faraones, el precedente del Canal de Suez que estuvo en uso hasta el siglo VIII

Y es que pretendía unir el entorno de la ciudad costera de Pelusio, en el delta del Nilo -concretamente de uno de los múltiples brazos fluviales en los que el río se bifurcaba antes de desembocar en el Mediterráneo- con el Mar Rojo, al igual que Suez. Canal hoy. Una de las ramas terminales de este se encuentra en lo que hoy es Ismailía, a quince kilómetros de donde Necao, al igual que Ramsés, fundó una ciudad. Se trataba del ya mencionado Pi-Atum (también conocido por sus nombres griego y hebreo:Heroónpolis y Pitón respectivamente).

Tan convencido estaba de su éxito que incluso formó una flota, algo inusual en esa etapa de la Antigüedad porque la escasez de madera en el país -recordemos que había que importarla desde Biblos- hizo que los egipcios nunca fueran una potencia marítima. Necao recurrió a marineros jonios (griegos de Asia Menor), que no sólo constituían la mejor de las tripulaciones junto con fenicios contratados sino que también le construyeron los mejores barcos de la época, los trirremes. Gracias a ello, Egipto dio un salto adelante y comenzó a navegar con mayor ambición por el Mediterráneo oriental y el Mar Rojo y, si creemos a Heródoto, incluso circunnavegó África hacia el oeste.

El Canal de los Faraones, el precedente del Canal de Suez que estuvo en uso hasta el siglo VIII

El problema fue que Necao no terminó el canal. Un oráculo predijo que si lo hacía estaría facilitando una invasión a sus enemigos, por lo que le hizo caso y detuvo el trabajo. Ni Psamético II, su hijo y su sucesor, ni los siguientes reyes los recuperaron, lo que no impidió la temida llegada de invasores apenas cien años después. Eran los persas de Darío I, a quien apodaban igual que Ramsés II:el Grande . Fue él quien completó la infraestructura hacia el año 500 a. C., extendiéndola hasta Suez y dotándola de 45 metros de ancho, con un camino de sirga para remolcarlos desde tierra.

Cuenta Diodorus Siculus que podían caber dos barcos al mismo tiempo, con un calado de un par de metros. También que la inauguración se hizo ante Darío en persona, con veinticuatro trirremes que marcharon hacia Persia cargados de tesoros saqueados a los egipcios. Así, trasladó el eje de la economía persa de Mesopotamia a Egipto, gracias a la apertura de una ruta marítima por el océano Índico. El autor romano sigue a Heródoto, aunque se diferencia de él en el final porque no menciona que terminó la obra, ni Aristóteles, Estrabón o Plinio el Viejo. considerarlo creíble. . Este último informa que Ptolomeo II Filadelfo (el hijo del diadoco que fundó la dinastía) se hizo cargo de las obras:

Sin embargo, Plinio dice que él también desistió cuando se topó con las mismas dificultades técnicas de antaño, las derivadas del desnivel, pese a que Diodoro expresa lo contrario:los ingenieros ptolemaicos idearon un sistema de esclusas entre el 274 a.C. y 273a. C. para garantizar que no entrara agua salada al Nilo, de modo que la infraestructura pudiera considerarse terminada. Se mantuvo en funcionamiento, añade, hasta la conquista romana. Luego quedó cegado por falta de mantenimiento y sería Trajano, en el siglo II d.C., quien mandó limpiarlo, de ahí que fuera bautizado con nombres como Río de Trajano. o Augusto amnis , según el erudito Claudio Ptolomeo.

El Canal de los Faraones, el precedente del Canal de Suez que estuvo en uso hasta el siglo VIII

El caso es que esta nueva etapa duró poco y a finales del siglo siguiente el canal volvió a quedar obstruido, permaneciendo así durante más de trescientos años. En el año 641 d. C., Egipto había caído recientemente en manos del califa Omar (sucesor de Abu Bakr), y nuevamente quedó limpio de sedimentos. Reanudó así su actividad y la mantuvo hasta el año 767 d. C., cuando Al-Mansur, segundo califa abasí, la cerró de nuevo para impedir el envío de alimentos y suministros a La Meca y Medina, que se habían rebelado.

Fue el definitivo y que cambió una vez más el panorama económico porque las rutas caravaneras terrestres se vieron beneficiadas. Los venecianos todavía planeaban rehabilitarlo en el siglo XV para extender sus operaciones comerciales hacia Oriente sin tener que pasar por alto África, tal como también pensaron los franceses en el siglo XVII e intentaron, ya con Napoleón, en el siglo XVIII. Pero, como vimos, no salió bien y tuvimos que esperar para ver ese viejo sueño hecho realidad hasta la apertura del Canal de Suez.