En 1846 durante las excavaciones de Nimrud, la antigua capital asiria, el arqueólogo Austen Henry Layard (que pensaba que en realidad estaba excavando la ciudad de Nínive) encontró un pilar tallado con relieves en todos sus lados.
El llamado Obelisco Negro es una escultura de piedra caliza negra con escenas en bajorrelieve e inscripciones que conmemoran las hazañas del rey Salmanasar III, que reinó en Asiria entre el 858 y el 824 a.C.
Justo un año antes de su muerte, Salmanasar hizo colocar el obelisco en la plaza central de Nimrud, como monumento público. En él hay 20 escenas en relieve, cinco en cada lado, que representan a cinco reyes ofreciendo tributo y postrándose ante él:Sua de Gilzanu, Jehú, el rey de Musri, Marduk-apil-usur de Suhi y Qalparunda de Patin.
Cada una de las escenas ocupa cuatro paneles alrededor del pilar y lleva una inscripción cuneiforme que las explica. Por encima y por debajo de los relieves, otra larga inscripción cuneiforme relata los aspectos más destacados de la vida y las campañas militares del reinado de Salmanasar III.
Es uno de los dos obeliscos asirios completos que se han encontrado hasta el momento, junto con el Obelisco Blanco de Ashurnasirpal I. Tiene 197,8 centímetros de alto por 45 de ancho, y tiene forma de obelisco con base rectangular, que se va estrechando en altura hasta coronarse en de manera escalonada.
El obelisco negro tiene importancia histórica porque en él se menciona por primera vez a un personaje bíblico, el rey Jehú de Israel (aunque algunos investigadores creen que la mención es, por el contrario, el rey Joram).
La figura bíblica aparece en el segundo registro desde arriba, denominado Ia-ú-a mar Hu-um-ri-i en la inscripción, que afirma que Jehú trajo o envió tributo de él alrededor del 841 a.C.:
Pero también porque es la primera referencia conocida a los persas (Parsua, en la inscripción del obelisco).