Un extenso estudio genético ofrece nuevos conocimientos sobre la historia de los movimientos migratorios en la Península Ibérica durante los últimos 8.000 años. Los nómadas procedentes de las estepas de Europa del Este habrían sustituido a gran parte de los hombres.
Esqueletos de La Braña, encontrados en el noroeste de España. Estos dos hermanos estaban estrechamente vinculados a grupos de Europa Central.
¡Los investigadores no ocultan su sorpresa! Si se sabe que la Península Ibérica ha sido un cruce de caminos de asentamiento desde el Paleolítico, nadie esperaba que hubiera experimentado una ola de migración tan grande... procedente de las lejanas estepas de Europa del Este. Aún más fuerte, un importante estudio publicado en la revista "Science" acaba de comprobar que hace 4.500 años, estas poblaciones sustituyeron a casi todas las líneas masculinas de la península. Conclusiones establecidas tras el análisis del ADN antiguo de cientos de muestras óseas por un equipo internacional de 111 paleogenetistas, coliderado por Íñigo Olalde y David Reich, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), además de Carles Lalueza- Fox, del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC/Universidad Pompeu Fabra (UPF), en Barcelona (España). Este impresionante trabajo traza una imagen sin precedentes del poblamiento de la Península Ibérica en los últimos 8000 años.
Para realizar este estudio, los investigadores analizaron los genomas (conjunto completo de material genético que se encuentra en los núcleos de las células) de 271 individuos que vivieron entre el 6.000 a.C. y el 1.600 d.C., procedentes de 79 sitios. de España, Portugal, el Principado de Andorra y Gibraltar (Gran Bretaña).
Desde 2500 años antes de nuestra era, grupos procedentes de Europa del Este prácticamente sustituyeron a todos los hombres presentes en la Península Ibérica
Y algunos resultados no han dejado de sorprender. En efecto, las líneas del cromosoma Y -transmitidas de padres a hijos- que se encontraban hasta entonces entre los agricultores de la península a finales del Neolítico, habrían desaparecido paulatinamente, sustituidas por una línea (R1b-M269) procedente de grupos de agricultores al norte del Mar Caspio en la actual Rusia. Así fue en la Edad del Bronce, hacia el 2500 a.C., cuando la ascendencia paterna de los íberos, antiguos ocupantes de la península, habría comenzado a remodelarse en apenas cuatro siglos. Los análisis indican que los dos grupos, que convivían uno al lado del otro, se habrían hibridado en gran medida. Al no haber ningún rastro de violencia particular a la llegada de estos pastores de la estepa, los investigadores suponen que las mujeres de la península, en el marco de alianzas, habrían favorecido a los recién llegados de Europa Central.
¡Los investigadores no ocultan su sorpresa! Si la Península Ibérica es famosa por haber sido un cruce de caminos de asentamiento desde el Paleolítico, nadie esperaba que hubiera experimentado una ola de migración tan grande... procedente de las lejanas estepas de Europa del Este. Aún más fuerte, un importante estudio publicado en la revista "Science" acaba de comprobar que hace 4.500 años, estas poblaciones sustituyeron a casi todas las líneas masculinas de la península. Conclusiones establecidas tras el análisis del ADN antiguo de cientos de muestras óseas por un equipo internacional de 111 paleogenetistas, coliderado por Íñigo Olalde y David Reich, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), además de Carles Lalueza- Fox, del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC/Universidad Pompeu Fabra (UPF), en Barcelona (España). Este impresionante trabajo traza una imagen sin precedentes del poblamiento de la Península Ibérica en los últimos 8000 años.
Para realizar este estudio, los investigadores analizaron los genomas (conjunto completo de material genético que se encuentra en los núcleos de las células) de 271 individuos que vivieron entre el 6.000 a.C. y el 1.600 d.C., procedentes de 79 sitios. de España, Portugal, el Principado de Andorra y Gibraltar (Gran Bretaña).
Desde 2500 años antes de nuestra era, grupos procedentes de Europa del Este prácticamente sustituyeron a todos los hombres presentes en la Península Ibérica
Y algunos resultados no han dejado de sorprender. En efecto, las líneas del cromosoma Y -transmitidas de padres a hijos- que se encontraban hasta entonces entre los agricultores de la península a finales del Neolítico, habrían desaparecido paulatinamente, sustituidas por una línea (R1b-M269) procedente de grupos de agricultores al norte del Mar Caspio, en la actual Rusia. Así fue en la Edad del Bronce, hacia el 2500 a.C., cuando la ascendencia paterna de los íberos, antiguos ocupantes de la península, habría comenzado a remodelarse en apenas cuatro siglos. Los análisis indican que los dos grupos, que convivían uno al lado del otro, se habrían hibridado en gran medida. Al no haber ningún rastro de violencia particular en la llegada de estos pastores de la estepa, los investigadores suponen que las mujeres de la península, en el marco de alianzas, habrían favorecido a los recién llegados de Europa Central.
Carles Lalueza-Fox, en el Laboratorio de Paleogenómica del Instituto de Biología Evolutiva de la UPF, en Barcelona (España).
"Este cambio, que duró 400 años, afectó de manera desigual a hombres y mujeres. Culminó al final del proceso con la sustitución casi completa de los cromosomas Y de la población masculina ibérica del Neolítico Final. Hacia la Edad del Bronce, estos nuevos inmigrantes habían reemplazado el 40% del patrimonio genético de la población local “, especifica Carles Lalueza-Fox, del Laboratorio de Paleogenómica del Instituto de Biología Evolutiva, coautor principal del estudio, junto con Sciences et Avenir. “En cualquier caso, esto implica revisitar los horizontes arqueológicos de estas épocas con una perspectiva diferente “, añade el paleogenetista.
Los vascos serían genéticamente cercanos a los habitantes de hace 3000 años.
El análisis de este ADN antiguo también ha aportado otra información:la genética de la actual población vasca poco habría cambiado desde su origen situado en la Edad del Hierro, hace 3.000 años. Si la influencia de los nómadas de la estepa se encuentra también entre los vascos, a partir de entonces habría habido pocos legados -a diferencia de otras comunidades de la península- de inmigrantes posteriores, como los romanos, los griegos, los visigodos o los moros, que llegó en el 8vo vo siglo. El aislamiento geográfico de los vascos sería el motivo. Otro descubrimiento genético inesperado:se detectaron cantidades considerables de genes subsaharianos en dos individuos de 4.000 años de antigüedad, uno encontrado en Madrid y el otro en Gades (Cádiz), así como un flujo de genes procedentes de Sudáfrica. El norte se levantó en el sureste peninsular durante la época púnica y romana (entre el 20 a. C. y el 400 d. C.), es decir, muchos siglos antes de la conquista musulmana de Hispania en el 711.
Los investigadores señalan que los datos genéticos por sí solos no proporcionarán todas las claves sobre las migraciones de población. "Se deben aprovechar otros campos como la arqueología y la antropología para comprender qué dio forma a estos patrones genéticos, continúa Carlos Lalueza-Fox. Lo que más me fascinó de este estudio fue el descubrimiento historias individuales detrás de estos grandes cambios. Así, la existencia de una doble tumba datada en la Edad del Bronce donde estaban juntos un hombre de origen estepario y una mujer local [Castillejo de Bonete (leer enmarcado ), Ed]; o este individuo del norte de África que fue enterrado en un yacimiento de Madrid hace 4.000 años; por no hablar de aquellas personas de ascendencia griega enterradas hace 2600 años en el otro extremo del Mediterráneo, en la localidad de Empúries [Emporion, cerca de Girona, en Cataluña, Ed]". Cuando la "pequeña" historia arroja luz sobre la gran...
Tumba del Castillo de Bonete, en Ciudad Real (España). ©L.Benitez por Lugo Enrich - José Luis Fuentes Sanch
Pareja mixta
En un yacimiento de la Edad del Bronce conocido como Castillejo de Bonete, en Ciudad Real, España, una mujer y un hombre fueron encontrados enterrados uno al lado del otro. Sin embargo, los exámenes han demostrado que la ascendencia de la mujer era enteramente local, mientras que el hombre, enterrado con un brazalete de arquero en el antebrazo, tenía antepasados recientes de Europa Central. Todo hace pensar pues que se trataba de una pareja mixta.