Los pocos datos que tenemos sobre Tucídides provienen, en su mayor parte, de unos pocos pasajes de la propia obra de Tucídides. el. El resto de fuentes o tienen poca credibilidad o son directamente fantásticas. El único testimonio cierto que tenemos, en torno al cual se ha construido su biografía, es que fue nombrado estrategos por Atenas en el 424 a.C. durante la Guerra del Peloponeso. El cargo de estrategos (uno de los pocos oficios no trazados entre los atenienses) exigía que el elegido tuviera una edad mínima de 30 años. De esta manera Tucídides tuvo que nacer, al menos, antes del año 454 a.C.
Aunque el tema no está exento de debate, se ha sostenido con cierta coherencia que nació en el seno de la familia de las Filiadas, perteneciente a la nobleza ateniense, a la que se asoció con personajes tan importantes como Cimón (de quien se dice que fue su cuñado). Sabemos que su padre se llamaba Oloro y en uno de los pasajes de su obra registra que poseía unas minas de oro en Tracia. Poco más sabemos de su entorno familiar y de su vida hasta el año 424, aunque no es descabellado suponer que tuvo acceso a los círculos más influyentes de Atenas y un papel activo en la vida pública de la polis.
Al igual que Heródoto, Tucídides sufrió el exilio. En su caso, este castigo estuvo motivado por el desastroso resultado del asedio de Anfípolis, que dirigió durante la guerra. No hay constancia exacta de dónde pasó su exilio, ni si finalmente regresó a Atenas tras la amnistía general concedida en el 404 a.C. por iniciativa de Enobio. Su muerte, como todo lo que rodea su vida, está rodeada de confusión. Al estar su obra incompleta, parte de la historiografía considera que murió antes de que terminara el conflicto, es decir, antes del 404 a.C. Sin embargo, otros críticos, basándose en algunos de los pasajes de su obra (en concreto, los relativos al rey Arquelao de Macedonia y el avance de la derrota ateniense), sostienen que Tucídides debió morir hacia el año 398 a.C. Se desconocen las causas de su muerte.
Si Heródoto fue el primero en elaborar una historia universal, Tucídides tiene el honor de ser el primer historiador científico que es, quien por primera vez aplica criterios metodológicos a su trabajo para dotarlo de mayor imparcialidad y exhaustividad. Lo que busca con su Historia de la guerra del Peloponeso es hacer una verdadera ciencia huyendo de las exageraciones, de la falta de objetividad que caracterizaba a los poetas y del elemento fabuloso que aún quedaba en Heródoto. Para conseguirlo utilizará la prosa ática y será el primero en hacerlo, ya que hasta entonces la prosa era utilizada únicamente por logógrafos, sofistas y el mundo jónico.
Si los historiadores que le precedieron adoptaron el estilo pausado y difuso del cuento popular y con cierto ornamento poético, Tucídides transformará radicalmente este estilo aplicando un estilo conciso, austero, serio. lenguaje y directo. Lo que no le impide recurrir a ciertos recursos literarios para mantener en tensión al lector, como la anticipación (adelanta el resultado de un acontecimiento para cautivarle durante la descripción del mismo); la narrativa con suspenso (cuenta los acontecimientos de forma discontinua y entremezclada, lo que da lugar a un rico abanico de similitudes y relaciones mutuas); o la composición del anillo (avanza una mención, luego introduce una narración relacionada con ella y finalmente vuelve a la mención inicial, a pesar de la naturaleza lineal de los hechos históricos).
Si hacemos caso a lo que nos cuenta en el prólogo de la Historia de la Guerra del Peloponeso Tucídides empezó a escribirlo en el mismo momento en que estallaron las hostilidades entre Esparta y Atenas. Más allá de la verosimilitud de esta afirmación, parece poco probable que pudiera recopilar toda la información y contrastar sus fuentes en paralelo al desarrollo de los propios hechos. Tucídides resalta el carácter contemporáneo de lo que nos transmite, es decir, no aborda un hecho lejano y ya pasado, sino un acontecimiento que está vivo mientras nos lo cuenta.
Esta forma de entender la historia es original de Tucídides. El propósito de su obra no es tanto reflejar para la posteridad un hecho que está sucediendo al mismo tiempo que escribe, sino describir el presente y buscar las causas que lo han provocado. Por esta razón su concepción del pasado difiere de la nuestra:el pasado sólo le interesa en la medida en que ayuda a comprender el presente. La reflexión sobre los hechos ya ocurridos y el posible valor paradigmático de los mismos es una constante en su obra, especialmente visible en los discursos y siempre subordinada a lo realmente importante, el presente. Esta concepción del tiempo le lleva a utilizar un novedoso sistema cronológico:no fija los años en función del nombre de un magistrado (lo que podría llevar a confusión cuando participan numerosas ciudades), sino que utiliza una división basada en años solares. De esta manera puede fijar con mayor precisión el momento en que ocurren las acciones que describe.
Siguiendo la tradición iniciada por Heródoto, pero llevándola a sus últimos extremos, el papel de los dioses en la obra de Tucídides es prácticamente inexistente. Para él, el motor de los acontecimientos históricos no es la envidia de las deidades, sino que anida en la lógica interna de los hechos y en las acciones y reacciones de la psicología y la inteligencia humana. El hombre como ser social va a ser el auténtico protagonista de la Historia de la Guerra del Peloponeso . Siendo la razón y no el mito la que explica los hechos que narra, Tucídides suprime cualquier referencia a la fuerza moral como leitmotiv. de las acciones de los hombres, ya que su inteligencia es el factor decisivo de la historia.
Junto a la concepción antropocéntrica de la historia aparecen en Tucídides, a un nivel superior al del hombre, una serie de leyes o principios no enunciados expresamente por el propio autor pero que van a determinar el curso de los acontecimientos humanos. En primer lugar, las potencias que poseen un imperio serán odiadas por sus súbditos, lo que les obligará a aplicar sobre ellos una estricta política de control, incrementada con el tiempo. En segundo lugar, la pleonexia (la ambición de tener más) es propia del comportamiento del hombre, y por extensión de los Estados y los mueve a expandirse. El éxito de su expansión dependerá, no de las masas, sino de quién las dirija. En tercer y último lugar prevalece la lógica incontestable del más fuerte, cuya voluntad prevalece sin que el principio de justicia guíe sus acciones. Como se puede observar, a lo largo de toda la obra de Tucídides subyace la idea de poder, específicamente de poder político.