Entre las tribus indígenas que vivían en Brasil en ese momento del inicio de la colonización portuguesa, en el siglo XVI, los Tupinambas se hizo ampliamente conocido por una característica peculiar:la antropofagia, es decir, el acto de comer carne humana, también llamado canibalismo. Es cierto que los Tupinambás no fueron los únicos en practicar esta práctica, pero principalmente debido a los relatos de algunos viajeros europeos que presenciaron los rituales de canibalismo de esta tribu, su fama se extendió por todo el mundo.
El principal informe escrito sobre el canibalismo de los Tupinambás es del autor del aventurero alemán Hans Staden (1525-1579) y consta en la obra Duas Viagens para o Brasil , publicado en 1557. Este relato circuló ampliamente entre los círculos alfabetizados de Europa durante varias décadas, lo que contribuyó a la composición de un imaginario exótico del llamado “Nuevo Mundo”.
Otro europeo que se dedicó a reflexionar sobre el canibalismo de los indios brasileños fue el filósofo francés Michel de Montaigne (1533-1592), inventor del género de escritura llamado ensayo . Montaigne escribió el ensayo titulado “Dos Caníbales” para pensar la forma de organización de la civilización europea de su época (siglo XVI) en contraste con la tribu primitiva de los Tupinambás. Sin mencionar que tanto Montaigne como varias multitudes de personas del siglo XVI tuvieron la oportunidad de ver a los indios Tupinambá en ciudades como Lisboa y París. Habían sido capturados en Brasil y llevados allí para añadir un “espectáculo exótico” a la corte de los monarcas europeos.
La práctica del canibalismo entre las tribus indígenas brasileñas es interpretada por antropólogos e historiadores desde diversos ángulos. En primer lugar, cabe señalar que el canibalismo tupinambá se caracteriza como “exocanibalismo”, es decir, esta tribu no devoraba a miembros de su propia comunidad, sino que buscaba su “alimento” en otras tribus rivales. Por lo general, los hombres canibalizados eran guerreros capturados en batalla. Los cuerpos de estos rivales eran comidos en ceremonias con presencia de danza y otros elementos rituales. El canibalismo, en la mayoría de los casos, tenía algún fundamento mítico que lo legitimaba, como la necesidad de ahuyentar la violencia del grupo, de la comunidad, mediante el sacrificio de miembros ajenos a ella.
En la década de 1920, cabe agregar que el poeta, polemista y filósofo Oswald de Andrade , uno de los organizadores de la Semana de Arte Moderno de 1922, publicó el “Manifiesto Antropófago”, uno de los textos básicos del Modernismo artístico brasileño, en el que evocaba la idea de los indios caníbales brasileños, dándole un sentido estético que le servía de una marca de la capacidad de la cultura brasileña para absorber otras culturas y tradiciones e imprimirles su propio sello.