El canibalismo, tan condenado por cuestiones éticas y morales contemporáneas , era un hábito existente a lo largo de la historia. Lejos de una connotación antigua que asocia el consumo de carne humana con algún tipo de ritual religioso, el canibalismo es una práctica con diferentes motivaciones y características a lo largo del tiempo.
En la Prehistoria, varios vestigios de cuerpos desmembrados y huesos rotos plantean la hipótesis de que este tipo de “dieta” estaba presente entre algunos pueblos de esa época. En Brasil, los relatos de Hans Staden informaron de la presencia de tribus que apreciaban el consumo de carne humana. Los indios pacura, del Amazonas, incluso elaboraban un tipo específico de “engorde” para que la carne de sus prisioneros fuera mucho más apetecible.
La existencia de tribus caníbales en América fue una cuestión presente durante el proceso de colonización europea, a partir del siglo XVI. El canibalismo, a los ojos del colonizador, era una prueba del salvajismo que había que desterrar de las culturas nativas, ya fuera mediante conflictos o aculturación. Sin embargo, nos damos cuenta de que este tipo de práctica involucra cuestiones muy peculiares de cada una de las culturas donde el canibalismo estuvo presente.
En algunas civilizaciones, como los tupinambás y los celtas, el consumo de la carne de sus enemigos era visto como una estrategia importante de su cultura guerrera. Ingerir las partes del cuerpo de un oponente podría ofrecerle habilidad, fuerza e inteligencia. Así, cuanto más difícil era el oponente derrotado, más codiciada era la ingestión de su carne y sus órganos.
Al ser motivo de repulsión y discusión, el canibalismo incluso pasó a formar parte de historias de ficción. El médico. Hannibal, creada por el escritor Thomas Harris y mundialmente famosa por su interpretación de Anthony Hopkins en la película de 1991 “El silencio de los corderos”, es parte de una trilogía en la que un joven, a través de una vida de trauma y brutalidad, se convierte en un temido caníbal.
Esporádicamente, la acción aislada de algunos asesinos en serie y psicópatas hace que este tema vuelva a surgir. En otros casos, situaciones extremas ponen en duda el límite entre los valores culturales y la lucha por la supervivencia. El caso de los supervivientes del accidente del Fairchild F-227 en 1972 es un ejemplo de ello. Aislados en el clima extremo de la Cordillera de los Andes, los supervivientes se vieron obligados a consumir la carne de quienes murieron en el accidente aéreo.
El valor negativo actual del canibalismo se sustenta en valores donde las nociones de afecto, moralidad e individualismo imponen una censura extrema a este tipo de actos. Al convertirse en un tabú en nuestra cultura, se convierte en un tema indigerible y, al mismo tiempo, curioso.