Con motivo del Día Mundial del SIDA, el 1 de diciembre, el condón está en el centro de atención. El roto no se puede romper como anticonceptivo.
"Nunca me envolveré en un trozo de piel muerta para demostrar que estoy vivo", escribió atrevidamente el mujeriego italiano Casanova (1725-1798). En su época, los condones estaban hechos de materiales animales, y Casanova pensaba que era extraño tener relaciones sexuales con su pene dentro de un trozo de tripa de cerdo o de vejiga de pescado. Más tarde cambió de opinión y se hizo instalar un impermeable inglés en un burdel francés, algo tan emocionante que vino con él.
El 'impermeable inglés' (que en Inglaterra se llamaba por cierto 'letra francesa') ya tenía entonces una larga historia. Los griegos y los romanos ya utilizaban preservativos, fabricados con materiales desconocidos. Adquirieron gran importancia en el siglo XVI, cuando la sífilis, una enfermedad venérea, mató a muchas personas. Una médica italiana, Gabrielle Falloppio, escribió que la enfermedad era incurable y que se debía hacer todo lo posible para prevenirla. Lo único que ayudó fue un condón de lino empapado en medicina y sal.
Las muestras de lino y las tripas de oveja y cerdo eran muy rígidas y hubo que fabricarlas a medida. Eso evitó su uso masivo. Sólo cuando Charles Goodyear encontró una manera de hacer que el caucho fuera más fuerte en 1844, los condones de látex aparecieron en el mercado. A partir de entonces, el preservativo se convirtió en el anticonceptivo más utilizado. Y con razón:a pesar de que a veces todo el mundo se resiste a un trozo de plástico muerto alrededor del pene, el condón sigue siendo la mejor protección contra las enfermedades.