Al abordar el problema de la juventud marroquí, la policía sigue buscando con demasiada frecuencia una política a corto plazo con énfasis en la represión y presta muy poca atención a las posibilidades que los residentes locales pueden ofrecer. Ésta es la conclusión de Eric Bervoets, investigador de la Academia de Policía, que obtendrá su doctorado el 28 de septiembre de 2006 en la Facultad de Empresas, Políticas y Tecnología de la Universidad de Twente.
Sólo la aplicación de la ley restablecerá temporalmente la paz, pero las tensiones no han desaparecido y, a menudo, provocan una ruptura entre la policía y el vecindario, señala Bervoets. El estudiante de doctorado investigó cómo la policía de Gouda, Utrecht y Amsterdam ha tratado a los jóvenes marroquíes en los últimos años.
Bervoets ha hablado extensamente con residentes, agentes de policía, otros profesionales, políticos locales y con los propios jóvenes. Según él, la policía siempre debe tener en cuenta que es precisamente en los barrios vulnerables donde algunos residentes también tienen interés en actuar contra las molestias juveniles. Por lo tanto, estos residentes se inclinan a formar una coalición con la policía y las autoridades locales; las plataformas de padres de barrio y vecinos marroquíes son ejemplo de ello. Tanto en la aplicación de la ley como en la prevención, la policía depende de la contribución de otros (información, conocimiento, confianza y apoyo activo) y, por lo tanto, no se beneficia de una brecha con su entorno y estos residentes.
Bervoets aboga por una policía de barrio que actúe con los jóvenes problemáticos como un hombre de familia estricto pero justo:coherente, predecible y que establezca límites claros sobre lo que está permitido. Los jóvenes exigen esa claridad. Con una autoridad y la otra actuando "suave" nuevamente, la policía envía una señal confusa.
Según el investigador, en el problema de la juventud marroquí, la policía pierde de vista con demasiada facilidad hasta qué punto depende de la ayuda de los "socios de seguridad" y de los residentes locales. El placer de vivir arruinado, la mala reputación del barrio y (entre los marroquíes) la imagen dañada de la población son motivos para que algunos residentes actúen ellos mismos y apoyen a la policía y a las autoridades locales. A cambio de la oportunidad de poner sus problemas en la agenda, estos residentes ofrecen apoyo y se aseguran de que la policía y las autoridades locales estén bien informadas sobre los acontecimientos en el barrio. Dada su necesidad de ayuda, sería una oportunidad perdida si la policía, pero también el gobierno local, no atendiera esta mano tendida, afirma la estudiante de doctorado de Twente.