* Catherine Beecher Creía que las mujeres deberían centrarse en mejorar sus propias habilidades domésticas y su educación, y que no deberían intentar entrar en el mundo de la política o los negocios dominado por los hombres. Sostuvo que el verdadero poder de las mujeres radicaba en su capacidad de influir en los hombres a través de sus roles domésticos, y que deberían utilizar este poder para promover la reforma moral y el progreso social.
* Angelina Grimké , por otro lado, creía que las mujeres deberían ser tratadas como iguales a los hombres y que deberían tener las mismas oportunidades de educación, empleo y participación política. Sostuvo que las habilidades domésticas de las mujeres no eran su única fuente de poder y que no deberían limitarse a la esfera privada. Hizo un llamado a las mujeres a unirse y luchar por sus derechos, utilizando todos los medios necesarios, incluidos hablar en público y el activismo político.
El desacuerdo de Beecher y Grimké fue parte de un debate más amplio entre los activistas por los derechos de las mujeres en el siglo XIX. Algunos activistas, como Beecher, creían que la mejor manera de lograr los derechos de las mujeres era mediante una reforma y una educación graduales, mientras que otros, como Grimké, creían que las mujeres debían tomar medidas más radicales, como exigir el voto y participar en la desobediencia civil.
En última instancia, fue el enfoque más radical de activistas como Grimké lo que condujo a la aprobación de la 19.ª Enmienda a la Constitución de Estados Unidos en 1920, que concedía a las mujeres el derecho al voto.