La decisión de bombardear se tomó en la cumbre de la OTAN en Washington D.C. el 23 de abril de 1999, después de que la República Federativa de Yugoslavia se negara a firmar un acuerdo de paz que habría dado una autonomía sustancial a Kosovo.
La campaña de bombardeos, conocida como Operación Fuerza Aliada, duró 78 días y finalizó con el Tratado de Kumanovo, que se firmó el 10 de junio de 1999.
La campaña de bombardeos provocó la pérdida de cientos de vidas, incluidas bajas militares y civiles, y daños importantes a la infraestructura de la República Federativa de Yugoslavia.
También provocó el desplazamiento de cientos de miles de personas de Kosovo, muchas de las cuales eran de etnia albanesa que huían de las fuerzas serbias.
La intervención fue controvertida y dividió a la opinión pública en Occidente:algunos argumentaron que era necesario detener la catástrofe humanitaria en Kosovo, mientras que otros la condenaron como un acto de agresión contra un Estado soberano.