Las marchas de la muerte fueron comunes durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fueron utilizadas por los nazis y sus aliados del Eje para transportar prisioneros desde campos de concentración y otros centros de detención a otros lugares, como campos de trabajo o campos de exterminio. Las condiciones durante las marchas de la muerte eran a menudo extremadamente duras y muchos prisioneros morían de agotamiento, hambre, enfermedades o exposición a los elementos. Los que sobrevivieron a menudo tenían mala salud y es posible que hubieran quedado discapacitados permanentemente.
Las marchas de la muerte también se utilizaron durante la Guerra de Corea y la Guerra de Vietnam, así como en otros conflictos y genocidios. En los últimos años, se han documentado marchas de la muerte en Corea del Norte y otros regímenes autoritarios.
Las marchas de la muerte son una forma de castigo cruel e inhumana que ha sido condenada por la comunidad internacional. Son una violación de los derechos humanos y no tienen cabida en el mundo moderno.