Competencia económica: A finales del siglo XIX, Estados Unidos atravesaba un período de rápido crecimiento económico, que atraía a un gran número de inmigrantes de todo el mundo. Los inmigrantes chinos tuvieron particularmente éxito en encontrar trabajo en una variedad de industrias, incluidas la minería, la agricultura y la manufactura. Esto generó temores entre algunos estadounidenses de que los trabajadores chinos estuvieran quitando empleos a los estadounidenses nativos y reduciendo los salarios.
Prejuicio social: También existían muchos prejuicios sociales contra los inmigrantes chinos en Estados Unidos. La cultura y las costumbres chinas se consideraban extrañas y desconocidas, y los chinos a menudo eran discriminados por su raza. Este prejuicio también se reflejó en las leyes que se aprobaron, como la Ley de Exclusión China.
Presión política: La Ley de Exclusión China también se aprobó en respuesta a la presión de los sindicatos blancos. Estos sindicatos argumentaron que los trabajadores chinos eran una amenaza para sus puestos de trabajo y que el gobierno debería restringir su inmigración.
La Ley de Exclusión China fue una política discriminatoria y dañina que tuvo un impacto duradero en los inmigrantes chinos en los Estados Unidos. Les impidió convertirse en ciudadanos plenos y limitó sus oportunidades de éxito. La ley fue finalmente derogada en 1943, pero su legado continúa hasta el día de hoy.