En 1917, el gobierno británico emitió la Declaración Balfour, que prometía establecer un "hogar nacional para el pueblo judío" en Palestina. Esta declaración se hizo en respuesta al creciente apoyo al sionismo, el movimiento para el establecimiento de un Estado judío en Palestina.
Sin embargo, los británicos también tenían otras obligaciones en la región. Habían prometido proteger los derechos de los árabes palestinos, que constituían la mayoría de la población de Palestina. También debían tener en cuenta los intereses de los franceses, que tenían control sobre Siria y el Líbano.
Como resultado, los británicos hicieron una serie de promesas contradictorias a diferentes grupos. Prometieron a los judíos un hogar nacional, pero también prometieron a los árabes que sus derechos serían protegidos. Prometieron a los franceses que no permitirían que Palestina se convirtiera en un Estado judío, pero también prometieron a los judíos que apoyarían el establecimiento de una patria judía.
Estas promesas contradictorias provocaron tensiones y conflictos entre los diferentes grupos en Palestina. Los judíos querían establecer un Estado judío, mientras que los árabes querían impedir que esto sucediera. Los británicos quedaron atrapados en el medio y no pudieron resolver el conflicto.
El conflicto finalmente condujo a la partición de Palestina en 1947. Las Naciones Unidas votaron a favor de dividir Palestina en dos estados, uno para los judíos y otro para los árabes. Sin embargo, los árabes rechazaron el plan de partición y el conflicto continuó.
El conflicto entre judíos y árabes en Palestina dura más de un siglo. Es uno de los conflictos más difíciles del mundo y no tiene una solución fácil.