Historia de Sudamérica

El mito de José de San Martín, el soldado “andalus” que acuchilló al Imperio español en América

Su experiencia militar en la península, donde combatió a los franceses durante la Guerra de la Independencia, le legitimó para liderar los rebeldes contra el último bastión de España en Sudamérica, el Virreinato del Perú. Las guerras de independencia en América fueron libradas por los descendientes de españoles, los criollos, que representaban entre el 10 y el 15% de la población. Ni mestizos ni indígenas, la mayoría en el continente. Simplemente derramaron su sangre por ambos lados. Libertadores como José de San Martín descendían de la clase dirigente (su padre era vicegobernador) y aspiraban a heredar los privilegios monopolizados por los peninsulares. La mayoría de los criollos eran terratenientes y comerciantes, pero fueron destituidos de puestos de poder. El mismo perro pero con diferente collar, diría el proverbio popular.
El mito de José de San Martín, el soldado “andalus” que acuchilló al Imperio español en América San Martín proclama la independencia del Perú en 1821., por Juan Lepiani Un niño militar que se convirtió en libertador José de San Martín nació en Yapeyú, hoy Argentina, el 25 de febrero de 1778, en el seno de una familia de tradición militar. El padre, un hidalgo español de clase media, se desempeñó como capitán y ayudante mayor de la Asamblea de Infantería de Buenos Aires hasta que, en 1774, fue nombrado vicegobernador del departamento de Yapeyú, una misión jesuita a orillas del río Uruguay huérfana. por poder después de la expulsión de la orden. Asimismo, la madre del libertador también era española y de familia destacada, Gregoria Matorras del Ser, prima hermana del gobernador y capitán general de Tucumán. Precisamente dos de los cinco hijos del matrimonio, entre ellos José, nacieron estando destinado allí como teniente. Sus primeros compañeros de juegos fueron los indios guaraníes. Si bien, el matrimonio se trasladó a España en abril de 1784, donde José iba a tomar contacto con el Ejército español que tanto amaba su padre.
El criollo inició sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid, lugar de formación para los hijos de nobles y militares, aunque otras fuentes descartan que pasara por esta escuela de élite. Para entrar era necesario "demostrar ser hijodalgo notorio según las leyes de Castilla, limpio de sangre y de oficios mecánicos por ambas líneas". Lo cierto es que el 21 de julio de 1789, con once años, José de San Martín inició su carrera militar como cadete en el Regimiento de Murcia, donde ingresó alegando ser hijo de un capitán. Su carrera militar se inició en las batallas contra los moros en Melilla y Orán. Cuando todavía era un joven soldado imberbe ingresó en la batería de artillería del capitán Luis Daoiz, más tarde uno de los héroes del Dos de Mayo en Madrid. . Antes de la Guerra de la Independencia, el joven criollo ya había luchado contra los franceses en los Pirineos y contra los portugueses en la Guerra de las Naranjas (1802). En una misión de reclutamiento fue gravemente herido por unos matones que intentaron llevarse una maleta con tres mil reales de lana, cantidad procedente de la milicia. Todo ello sin olvidar su paso por la fragata Santa Dorotea, que formó una escuadra en el Mediterráneo contra los corsarios berberiscos. Durante este período naval conoció a Napoleón en Toulon, cuando este fue enviado en representación de "La Dorotea". El hecho de que el emperador lo saludara influyó en la admiración que siempre profesó San Martín por el corso como genio de la guerra. En 1804, su ascenso a Segundo Capitán a la edad de 27 años le obligó a cambiar de unidad. En el batallón “Voluntarios de Campo Mayor”, que se encontraba en Cádiz, conoció al general Francisco María Solano Ortiz de Rosas, marqués del Socorro. Ambos eran estadounidenses. Solano, hombre de ideas liberales, acogió calurosamente y con simpatía a su joven compatriota a quien ayudó y aconsejó por experiencia. Y ambos compartían una visión pesimista sobre el futuro de España y su gobierno en los territorios americanos. Ambos sintieron que la Patria se tambaleaba.
El mito de José de San Martín, el soldado “andalus” que acuchilló al Imperio español en América La Rendición de Bailén-Museo del Prado En plena invasión napoleónica, Solano murió durante un levantamiento popular contra la sede del gobierno cuando fue acusado de connivencia con los franceses. San Martín, hombre de orden, intentó defender del tumulto a su amigo y a su superior, lo que también casi le cuesta la vida. El desorden, cualquiera que fuera su color, disgustaba al criollo riguroso. Los desastres que trajo la invasión francesa desviarían la carrera militar de San Martín. La Junta Central de Gobierno, constituida contra el gobierno napoleónico, ascendió al criollo al cargo de Capitán Primero en el regimiento del general Castaños, "la Caballería Borbónica". En esta unidad participó en la batalla de Bailén el 19 de julio de 1808. La primera gran derrota de las tropas de Napoleón supuso el ascenso de San Martín a teniente coronel de caballería el 11 de agosto de 1808. También participó en la batalla de La Albuera, la broche de oro a una carrera de dos décadas al servicio del Ejército español, bajo el mando del general inglés William Carr Beresford. Precisamente el carácter multinacional de las fuerzas antinapoleónicas lo puso en contacto con los círculos liberales y revolucionarios británicos que tanto contribuirían a la independencia estadounidense. Su larga estancia en Cádiz reforzó durante años esa mentalidad liberal.
La extraña salida del Ejército español Los intentos revolucionarios ocurridos en Caracas y Buenos Aires en 1810 lo convencieron –o al menos eso dicen sus biógrafos, más permeables al mito– de que debía regresar lo antes posible a su patria para tomar partido por la suya. A decir verdad, no había nada de americano en el oficial español, salvo su lugar de nacimiento. Suyos eran los miembros del Ejército español. Había pasado su vida fuera del continente, su aspecto físico era europeo y su acento marcadamente andaluz. José de San Martín pidió ser dado de baja de las instituciones armadas españolas para atender “asuntos familiares en Lima”, lo cual fue mentira, y quedó definitivamente convencido. de qué lado quería estar cuando el inminente colapso del Imperio español los atrapara a todos. La suya era más bien una ensoñación liberal por encima de una independentista. Los criollos se organizaron. El 12 de septiembre de 1812 se casó en Buenos Aires con María de los Remedios Escalada, hija adolescente de una poderosa familia de la aristocracia estadounidense. Su familia era rica, prestigiosa y partidaria de la rebelión, lo que supuso un salto económico para José de San Martín, cuya única fortuna era la que había logrado acumular durante su carrera al servicio del Imperio español. De hecho, la familia de su mujer le llamaba "el soldado" y en ocasiones "el andaluz", porque tocaba la guitarra y hablaba a la manera de esa tierra. En 1813, los andaluces se unieron al ejército rebelde al frente de un cuerpo de combatientes de élite, los Granaderos a Caballo, que se hicieron conocidos por su victoria en San Lorenzo, impidiendo el desembarco de un ejército realista. Sin duda, el talento y la experiencia militar de alguien como San Martín iban a ser cruciales para derribar el último bastión del Imperio español en Sudamérica:la tierra sembrada por Pizarro.
El mito de José de San Martín, el soldado “andalus” que acuchilló al Imperio español en América La Batalla de San Lorenzo, por Julio Fernánez Villanueva- Instituto Nacional Sanmartiniano Si bien en los virreinatos de Nueva Granada y Río de la Plata los procesos independentistas tuvieron éxito instantáneo, no ocurrió lo mismo con el Virreinato del Perú, otrora pieza clave del poder hispano. La mayor presencia de peninsulares que en otros territorios, la escasa implantación del espíritu independentista y la capacidad de liderazgo del virrey José de Abascal convirtieron el lugar en un escollo en el camino de los sublevados. Con un ejército de unos 42.000 hombres, Abascal aplastó cualquier intento de rebelión en Perú, Quito, el Alto Perú y la capitanía general de Chile. Para derrotarlo sería necesaria la acción conjunta de Bolívar y San Martín, así como el ingenio militar del veterano de Bailén. El soldado "andaluz" aplicó sus conocimientos militares en zonas montañosas para orquestar un ataque sorpresa a Chile, y de allí por mar al Bajo Perú. Esta campaña dio origen a la batalla de Chacabuco el 12 de octubre de 1818, que despejó el camino para llegar a Santiago de Chile tres días después. Aquella acción magistral, que lo obligó a cruzar los Andes con su ejército, provocó que sus compañeros de armas e incluso sus rivales encendieran comparaciones entre San Martín y Napoleón y Aníbal. Porque a decir verdad, San Martín fue un justo rival y nunca se mostró sanguinario con los españoles como parece haberlo hecho Bolívar. Sus enemigos lo reconocieron así.
¡Bolívar o nada! La serie de victorias de San Martín llevó al gobierno liberal establecido durante el Trienio Liberal en España a negociar una paz con los rebeldes latinoamericanos. Sin embargo, al fracasar las conversaciones, el libertador retomó la lucha armada y ocupó Lima el 6 de julio de 1821 con el título de Protector. Expulsó a miles de españoles notoriamente contrarios a la independencia y confiscó sus propiedades. A nivel político estableció la libertad de comercio y la libertad de prensa, pero no permitió ningún culto religioso distinto del católico. El Libertador esperó durante su protectorado poder consumar la independencia del territorio nacional y preparar el camino para el establecimiento de un régimen monárquico constitucional, lo que ha llevado a algunos a sostener que el gobierno de San Martín fue una dictadura. El tipo de Estado que debía establecerse en el Perú generó una brecha entre los partidarios de una monarquía y los de una república. Para monárquicos como San Martín, la república no era la forma de gobierno más conveniente para el Perú debido a la gran extensión de su territorio y la mala educación de las masas del país. Sabía mejor que nadie lo salvaje que podía ser un pueblo en caso de anarquía, y por eso quería un reino para el Perú dirigido preferentemente por un príncipe europeo, el infante de Castilla a ser posible. Una vieja idea que los propios Borbones habían sopesado en el pasado:una especie de reinos hispánicos liderados por los miembros de la dinastía. No en vano, la forma de gobierno del Perú y del resto de los nuevos estados que estaban surgiendo fue uno de los temas que trataron San Martín y Simón Bolívar, el gran líder de la Corriente Libertadora del Norte, durante su reunión en Guayaquil el pasado mes de julio. 26 de 1822. En esta reunión, Bolívar no estaba muy convencido de que San Martín estuviera a favor de una república democrática. José Acedo Castilla considera en su estudio “La actuación política del general” que San Martín creía que “traer al Gobierno a los más incultos y darles protagonismo era un desastre político”. El propio Bolívar sostuvo que el libertador del Perú “no creía en la democracia, estando convencido de que esos países sólo podían ser gobernados por gobiernos vigorosos, que hicieran cumplir la Ley, ya que cuando los hombres no la obedecen voluntariamente no les queda más remedio que la fuerza”. . En definitiva, San Martín fue producto de las ideas liberales de su época:un constitucionalista liberal, que concebía el Gobierno en manos fuertes y limpias y «no entregado a la ignorancia, la envidia, el rencor y el afán de lucro de determinadas personas». La educación tenía que estar por encima de la democracia Cuando San Martín le ofreció la dirección de la campaña libertadora en el Perú, Bolívar le hizo entender que sólo la aceptaría si se retiraba del Perú. ¡O Bolívar o nada!
Un exilio voluntario y nostalgia de España A su regreso a Lima, San Martín tenía claro que debía dejar libre el camino a Bolívar. Su etapa como libertador, ahora que ya no era necesaria su faceta militar, estaba llegando a su fin. Este plan se aceleró cuando supo a su regreso que el pueblo de Lima había capturado y expulsado a Bernardo Monteagudo, su mano derecha en el gobierno y otro defensor de la monarquía. Con grandes dificultades, el argentino logró reunir el Primer Congreso Constituyente, que desde un principio estuvo controlado por los republicanos liberales. El mismo día de su instalación (20 de septiembre de 1822) San Martín presentó su renuncia irrevocable a todos los cargos públicos que desempeñaba. Como los españoles todavía controlaban algunas provincias, Perú necesitaba las tropas de Bolívar si quería llevar el proceso de independencia a buen puerto. . Sus palabras de despedida tuvieron ese aire trágico tan característico de los héroes traicionados:«La presencia de un militar afortunado, por muy desinteresado que sea, es temible para los Estados recién constituidos. Por otro lado, ya estoy cansado de escuchar que quiero ser soberano. Sin embargo, siempre estaré dispuesto a hacer el máximo sacrificio por la libertad del país, pero en una simple clase privada y nada más.”
El mito de José de San Martín, el soldado “andalus” que acuchilló al Imperio español en América Entrevista en Guayaquil entre José de San Martín y Simón Bolívar. Desde Perú pidió permiso para reunirse nuevamente en Buenos Aires con su esposa, quien se encontraba gravemente enferma. Pero como tardó tanto en llegar, entre demoras patrocinadas por sus enemigos, su esposa ya había fallecido el 3 de agosto de 1823. A principios del año siguiente partió hacia el puerto de Le Havre (Francia). Tenía 45 años y tras él dejó sus cargos de generalísimo del Perú, capitán general de la República de Chile y general de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Visitó brevemente Inglaterra, Italia y otros países europeos hasta establecerse definitivamente en Francia, donde viviría hasta su muerte en 1850. En su largo exilio europeo, San Martín recordó con nostalgia su paso por España y evitó las penurias económicas sólo con la ayuda de un rico amigo suyo, el español Alejandro Aguado. Regresó a América, e incluso se embarcó con este fin, pero finalmente prefirió permanecer al margen de las luchas internas que siguieron al poder español en el continente. Buenos Aires estaba consumida durante una guerra civil en la que le advirtieron que no se involucrara. No fue hasta 1880 cuando sus restos pudieron ser repatriados y trasladados a la República Argentina. Ahora sí, el mito estaba bastante maduro.
FUENTE:http://www.abc.es/historia/