Una característica única del gobierno de Rhode Island era que no tenía una iglesia establecida. Esto significó que el gobierno no favorecía a ninguna religión en particular y todos los grupos religiosos eran libres de practicar su fe sin temor a persecución. Esta política de libertad religiosa fue muy inusual en el siglo XVII y ayudó a atraer colonos a Rhode Island de todo el mundo.
La colonia de Rhode Island fue un experimento exitoso de autogobierno. Demostró que era posible crear una sociedad donde personas de diferentes creencias religiosas pudieran vivir juntas en paz y armonía. El ejemplo de Rhode Island influiría más tarde en la fundación de los Estados Unidos de América, que también garantizó la libertad religiosa a todos sus ciudadanos.