Perú alguna vez fue una tierra de artistas. Los compositores, escritores, músicos y artistas plásticos surgidos en este país durante la primera mitad del siglo XX marcaron el tono y las tendencias del arte latinoamericano o, alternativamente, estuvieron siempre entre los grandes nombres de la producción intelectual y artística. Muchos de ellos procedían del interior, como es el caso de nuestra biografía de hoy, un pintor y ensayista hoy prácticamente desconocido, pese a estar entre los mejores pintores de su tiempo a nivel nacional e internacional. El poco valor que se ha dado a nuestros artistas a lo largo de los años está sufriendo hoy su hora más crítica, por lo que consideramos importante rescatar su memoria a través de estas publicaciones. Hoy, al cumplirse 125 años de su natalicio, hablemos un poco de quién fue José Arnaldo Sabogal Diéguez :
Nació en Cajabamba, provincia del departamento de Cajamarca, el 19 de marzo de 1888. A la temprana edad de 9 años intentó escapar a la costa pero El travieso niño fue interceptado por unos amigos de sus padres.
A los 12 años conoció el mar; gracias a una beca que lo llevó a un colegio en Trujillo. Pero al cabo de unos meses se escapó del internado y, en cinco días de caminata, regresó a su pueblo. A los 16 años decidió viajar por el mundo, una muestra más de su espíritu aventurero y artístico.
Su adolescencia la pasó en el Valle de Chicama, soñando con viajar a Europa. A los 20 años se embarcó rumbo a Lima y a los pocos días, vía Panamá, puso rumbo a Italia. En Roma inició sus estudios para ser pintor con voluntad apasionada.
viajó por Francia y por las costas africanas de Argelia y Marruecos. Entró en España y recorrió muchas penínsulas con la extraña sensación de ser o no serlo como hijo pródigo de la valiente tierra española.
salió de Europa en aventura en velero, se instaló en Buenos Aires; Reanudó sus estudios y regentó una agradable y fértil bohemia con inolvidables compañeros de arte. En los Andes del Norte argentino realizó una provechosa tarea de paisaje y figura, con los indígenas, como motivo interesante.
Regresó a Buenos Aires en tránsito hacia Europa, pero la belleza sin precedentes de los Andes americanos ejercía sobre él una fuerte atracción y planeaba regresar al Perú, esta vez rumbo a Cusco. . Realizó un viaje inolvidable a través de la magia arcaica que la ruta del Altiplano, el Titicaca y el río sagrado Vilcamayo operaron en su sensibilidad.
En Cusco se detuvo durante seis meses solo para dedicarse a la pintura, tratando de interpretar su personaje, su hermosa luz plateada y sus dorados “soles de gentiles”. Esta tierra cusqueña tuvo un fuerte hechizo en el desarrollo de su posterior obra en Perú.
En Lima expuso sus lienzos pintados en Cusco, el 15 de julio de 1919, en una histórica exposición titulada Impresiones del Ccoscco, aprovechando un remanso de la tormenta política de aquel hora. Esta muestra pictórica mostró al país desde su ángulo más exótico. El medio limeño vio con asombro estas imágenes alegóricas de un Perú que no conocía del todo, un país dentro de otro país, de las inspiradas líneas de Sabogal.
Las primeras obras de Sabogal, como La primera misa (1919), mostraron la influencia del regionalismo que dominó tanto la pintura española como la argentina. Sabogal impulsó el rescate de temas costumbristas y del paisaje peruano, retratándolos en un estilo donde colores vivos aplicados con pincelada fluida se unen a una composición vigorosa. Su estética, basada en la demostración de cierta crudeza técnica, le valió el título peyorativo de “pintor de lo feo”. Llegando en ocasiones a la caricatura, las estilizaciones figurativas de Sabogal condensaron las ideas de vigor y fuerza bajo las cuales se definió su propuesta estética. Las obras del pintor manifiestan su forma de expresión a través de trazos gruesos y vigorosos muy expresivos. Sus figuras fuertes, casi estáticas, de espíritu andino, parecen agradables y originales.
A partir de 1920, Sabogal enseñó en la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes del Perú. Fue director artístico de la revista Amauta, cuyo primer número, aparecido en 1926, lleva en la portada un dibujo de su autoría. Entre 1932 y 1943 se desempeñó como director de esta institución. Posteriormente, José Sabogal y Luis Eduardo Valcárcel fundaron el Instituto Libre de Arte Peruano en el Museo Nacional de la Cultura Peruana.
Posteriormente viajó a México, donde coincidió con fuertes e influyentes movimientos artísticos que se desarrollaban en esa época en tierras aztecas; y de allí regresó con mayor ímpetu para continuar su peregrinaje como pintor por el territorio peruano. En 1942 fue invitado a Estados Unidos, sólo para regresar a México donde su prestigio había crecido tanto que fue considerado invitado del gobierno, con gran reconocimiento de la comunidad de artistas local.
A su regreso en 1943, retomó sus funciones como Director de la Escuela Nacional de Bellas Artes, pero en julio del mismo año, urgido por sus inquietudes por pintar, optó por por sus propias tareas.
En 1946 aceptó el pedido amistoso del Museo de la Cultura Peruana para formar el Instituto de Arte Peruano. Los seis pintores "indigenistas" que lo formaron investigaron las artes peruanas de todos los tiempos y formaron el Museo de Artes Populares de la época moderna.
Sus discípulos incluyen a Camilo Blas, Enrique Camino Brent, Julia Codesido, Cota Carvallo, Jorge Segura, Aquiles Ralli, Gamaniel Palomino, Pedro Azabache Bustamante, Andrés Zevallos y Eladio Ruiz, todos ellos grandes nombres de la pintura nacional. También se destacó como escritor y ensayista, siendo publicados algunos de sus principales títulos:Mates burilados:arte vernáculo peruano (1945), Pancho Fierro (1945), El toro en las artes populares del Perú (1949), El Kero, vasija de libaciones de madera pintada del Cuzco (1952), El desván del imaginario peruano (1956), Arte en el Perú (1975).
El 15 de diciembre de 1956, José Sabogal falleció. Después de dos días de crisis. Sobre su caballete quedó, sin terminar, el retrato de un amigo.