La Guerra de Paja tuvo lugar en la aldea de Canudos, en el interior de Bahía, entre 1896 y 1897.
El lugar fue dirigido por Antônio Conselheiro y se había convertido en un polo de atracción para las poblaciones marginadas del Nordeste.
De esta manera, el gobierno de Bahía y el gobierno central decidieron poner fin a sus instalaciones. El conflicto es considerado el mayor movimiento de resistencia a la opresión de los grandes terratenientes llevado a cabo en Brasil.
La Guerra de Canudos fue descrita por Euclides da Cunha en el libro “Os Sertões”, publicado en 1902.
Causas de la Guerra de Canudos
El pueblo de Canudos estaba formado por vecinos que huyeron de la extrema pobreza en la que vivían en el interior del noreste.
En poco tiempo, el lugar reunió a 25.000 personas, constituyendo, según los terratenientes, el foco de los monárquicos que querían derrocar la recién instaurada república. Sin embargo, los sertanejos sólo acudieron al lugar en busca de mejores condiciones de vida.
Hay que recordar que el cambio de régimen político no significó cambios significativos en la economía del país. La estructura económica de Brasil se basaba en el latifundio, donde prevalecía el monocultivo y la explotación de la mano de obra que vivía en la pobreza.
La Comunidad Canudos
Hacia 1893, un grupo de fieles seguidores de Antônio Conselheiro se reunieron en la aldea de Canudos, a orillas del río Vaza-Barris, en Bahía. Este fue un beato, nacido en Ceará, que predicaba la salvación del alma a quienes lo seguían.
Los benditos o asesores Caminaron por el interior predicando una forma de catolicismo popular y fueron seguidos por decenas de fieles. Por lo tanto, también fueron vistos como una amenaza por la Iglesia Católica.
Después de deambular por los sertões de Pernambuco y Sergipe, Conselheiro caminó por el interior de Bahía y se instaló en Canudos. En este lugar construyeron la “ciudad santa de Belo Monte”, que se convirtió en refugio para los pobres de la región.
Canudos era una comunidad donde no había diferencias sociales, donde los rebaños y los cultivos eran de todos. Este modelo socioeconómico atrajo a miles de sertanejos.
En 1896, año del inicio de la guerra, Belo Monte contaba con más de 5.000 familias. La defensa del reducto la mantenían exyagunzos, hombres que trabajaban como guardias de seguridad para agricultores o excangaceiros, personas que vivían en bandas en el sertão y atacaban propiedades rurales.
La destrucción de Canudos
Para los sertanejos, el pueblo era la “tierra prometida”. Sin embargo, para los sacerdotes que perdieron fieles y los terratenientes que perdieron a sus trabajadores, era un “reducto de fanáticos” que debía ser eliminado.
Sacerdotes y coroneles presionaron al gobernador de Bahía para que destruyera Arraial. Envió dos expediciones militares que fueron derrotadas por los hombres de Conselheiro.
El vicepresidente Manuel Vitorino, que ocupaba la presidencia en sustitución de Prudente de Moraes, envió la tercera expedición, comandada por el coronel Moreira César. Para el gobierno era una cuestión de honor militar y nacional aniquilar a los “fanáticos”. Sin embargo, esta expedición fue derrotada y Moreira César murió en combate.
Las sucesivas derrotas militares se explicaron porque la gran mayoría de los soldados desconocían la región de la caatinga, tan familiar para los canudos. Además, los hombres del Consejero lucharon por la supervivencia y la salvación del alma, creyendo que estaban librando una guerra santa.
En Río de Janeiro, el presidente fue acusado de debilidad a la hora de reprimir el movimiento, considerado por muchos monárquico.
Prudente de Moraes ordenó al ministro de Guerra, mariscal Bitencourt, embarcarse hacia Bahía y asumir el control directo de las operaciones. Se organizó entonces una nueva expedición, con más de 5000 hombres al mando del general Artur Oscar, con la orden de destruir Canudos.
Después de un intenso bombardeo de cañones, la misión se cumplió. Canudos fue completamente destruido el 5 de octubre de 1897.
Consecuencias de la Guerra de Canudos
La destrucción de Canudos fue total y miles de campesinos murieron en el conflicto.
Las tropas oficiales no hicieron prisioneros e incluso llegaron a desenterrar el cuerpo de Antônio Conselheiro para fotografiarlo. Su cabeza fue cortada y llevada como trofeo, repitiendo una práctica que venía desde la época de la colonia.
El gobierno central aún enfrentaría varias revueltas en el campo y en la ciudad, como la Guerra del Contestado y la Revuelta de las Vacunas.
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