Los sureños sintieron un profundo sentimiento de pérdida y dolor. Habían perdido sus hogares, sus familias y su forma de vida. Muchos de ellos quedaron sin hogar y en la miseria. La guerra también había dejado un legado de amargura y resentimiento. Los sureños se sintieron traicionados por el Norte y estaban decididos a reconstruir su región según sus condiciones.
El Sur enfrentó una serie de desafíos después de la guerra. La economía estaba en ruinas y la región luchaba por reconstruir su infraestructura. El tejido social del Sur se había desgarrado y había una gran tensión entre blancos y negros. El Sur también se enfrentaba a una nueva realidad política. La guerra había puesto fin a la esclavitud y ahora se exigía que el Sur integrara a los negros en su sociedad.
A pesar de los desafíos que enfrentaron, los sureños estaban decididos a reconstruir su región. Trabajaron duro para reconstruir su economía e infraestructura. También avanzaron en la integración de los negros en su sociedad. A finales del siglo XIX, el Sur había logrado grandes avances en la reconstrucción y su gente miraba hacia el futuro con esperanza y optimismo.