A medida que el cultivo de algodón se volvió cada vez más intensivo, los propietarios de plantaciones en el Sur ampliaron sus operaciones y adquirieron más tierras. Esto provocó una creciente demanda de mano de obra, que se satisfizo con la importación de esclavos de África. Así, el cultivo del algodón quedó profundamente entrelazado con la institución de la esclavitud, y la economía del Sur pasó a depender en gran medida de la explotación de la mano de obra esclavizada.