El tratado puso fin a la guerra y resultó en que Estados Unidos adquiriera más de 525.000 millas cuadradas de territorio mexicano, incluidos los actuales California, Nevada, Utah, Arizona, Nuevo México y partes de Colorado y Wyoming.
Para los mexicanos, la guerra y la consiguiente pérdida de territorio tuvieron un profundo impacto. Muchos mexicanos sintieron una sensación de traición e ira, ya que creían que la guerra era injusta y que Estados Unidos se había aprovechado de la agitación interna de México para apoderarse de su tierra.
La pérdida de territorio también tuvo un impacto económico y cultural significativo en México, ya que el país perdió acceso a recursos y mercados valiosos.
Además, la guerra contribuyó a un creciente sentimiento de nacionalismo mexicano y al deseo de recuperar el territorio perdido, lo que luego alimentaría conflictos como la Revolución Mexicana de 1910.