Con la Revolución Neolítica se produce la primera transformación radical del modo de vida de la humanidad, pasando de ser nómada a sedentaria y de tener una economía recolectora (caza, pesca y recolección) a una productora (agricultura y ganadería). El desarrollo de la agricultura y la ganadería permitió el desarrollo de los primeros núcleos poblacionales estables y la construcción de estructuras que permitieron la vida comunitaria. Esta revolución agrícola supone, además de la "domesticación" del mundo vegetal y animal, la manipulación de las especies para adaptarlas al consumo humano. De hecho, las frutas y verduras que compramos en las fruterías o supermercados no se parecen prácticamente en nada a las que cultivaban nuestros antepasados hace miles de años.
Por ejemplo, el plátano silvestre se cultivó por primera vez hace 7.000 años en Papúa Nueva Guinea y contenía semillas grandes y duras en su interior y tenía un color mucho más verde que el actual. Hoy en día, el plátano ha sido manipulado genéticamente y el resultado es un fruto con semillas imperceptibles, mejor sabor, más nutrientes y un color mucho más llamativo.
Las sandías, que tienen su origen en África, se convirtieron en un alimento muy común a partir del año 1600. El aspecto que tenían entonces era muy diferente al actual. Su interior era verde y con semillas más grandes. Hoy en día, las sandías parecen mucho más frescas y jugosas, y su interior se ha puesto rojo.
En el ámbito de las hortalizas, las berenjenas son las que más han evolucionado en cuanto a forma y color. Y es que a lo largo de su historia, han sido blancos, azules, celestes, morados y amarillos. Los primeros se cultivaron en China y África y, además, tenían espinas. Y, poco a poco, este cultivo se ha ido deshaciendo de las espinas y se ha transformado en la verdura de gran tamaño y color morado que encontramos en los supermercados.
El maíz amarillo y jugoso que podemos encontrar en las fruterías poco tiene que ver con esa planta verde y seca, de aspecto poco comestible, que se cultivó por primera vez en el año 7.000 a.C. La domesticación del maíz la iniciaron los habitantes de Centroamérica –posiblemente los mayas– a partir del teocinte (es la foto del antes). La variedad de grano en mazorca ya había sido traída a Europa y hubo que adaptar su cultivo y consumo, porque era responsable de una enfermedad llamada pelagra.
Como ejemplo más radical, las zanahorias. Los primeros que se conocen se cultivaron en el siglo X en Persia y Asia Menor. Originalmente deberían haber sido de color morado o blanco, con una raíz fina y bifurcada, pero con el tiempo perdieron el pigmento morado y se volvieron amarillos. Los humanos trabajaron en estas raíces delgadas y blancas y, mediante cambios genéticos y químicos, las convirtieron en las grandes zanahorias anaranjadas de hoy.
Así que la próxima vez que alguien te diga que no deberíamos comer alimentos que hayan sido modificados genéticamente, puedes decirle que ya lo hacemos.