La Torre Eiffel, construida para la Exposición Universal de París de 1889, no logró granjearse el cariño de los parisinos hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Durante la primera mitad del siglo XX fue vista como una construcción fea e inútil:estaba allí desde la exposición porque nadie quería tomarse la molestia de desmontarla y los turistas no estaban muy interesados en fotografiarse delante de ella (no , ni siquiera los japoneses). . Este debate se intensificó en mayo de 1925, cuando un periódico local informó sobre el deterioro que sufría la estructura y el elevado coste que supondría su reparación.
Exposición Universal de París
Víctor Lustig , un conocido estafador que a sus treinta años era un delincuente buscado en casi toda Europa, estuvo en París ese mismo año y, tras enterarse del problema de la torre, decidió aprovechar la situación. La estafa que ideó y ejecutó se convertiría en una de las más famosas de la historia y suele acompañar su nombre como si fuera parte de su apellido:
Victor Lustig, el hombre que vendió la Torre Eiffel... ¡dos veces!
El primer paso del engaño era conseguir una víctima. Para ello, se puso en contacto con varios chatarreros de la ciudad y, haciéndose pasar por miembro del gobierno, los convocó a una reunión secreta en el prestigioso Hotel de Crillon para discutir un posible acuerdo comercial. El día de la reunión, Lustig se presentó como subdirector general del Ministerio de Correos y Telégrafos, mostrando documentos falsos que lo acreditaban. Luego de convencerlos de que él era quien decía ser, les informó que el gobierno había decidido desmantelar la torre y venderla como chatarra debido a los problemas que estaba causando; las ofertas para la licitación debían entregarse al día siguiente.
Víctor Lust
El objetivo de Lustig no era "vender" la torre sino dejarse sobornar por uno de los empresarios, a cambio de favorecerle en la supuesta licitación. Para lograrlo necesitaba generar suficiente interés en uno de ellos para que consideraran la idea. Las cosas no podrían haberle ido mejor a Lustig, ya que uno de los chatarreros era André Poisson. . , un joven emprendedor emergente que buscaba cerrar su primer gran negocio y darse a conocer en el entorno, por lo que no dudaría en hacer lo que fuera necesario para salir ganador. Lustig se acercó a su víctima y, muy discretamente, le pidió un soborno, que Poisson pagó con gusto. Con el dinero en el bolsillo, el estafador huyó apresuradamente de París y se escondió en Viena; El pobre chatarrero, tras darse cuenta de la estafa, se sintió tan humillado que no se atrevió a avisar a las autoridades.
Después de haber pasado un mes en Viena y ver que nadie lo buscaba, Lustig decidió repetir el engaño. Regresó a París y nuevamente fingió vender la torre, pero alguien alertó a la policía antes de lo previsto y huyó de Francia, escapando por poco del arresto. Su nuevo destino fue Estados Unidos, donde siguió realizando asombrosos engaños hasta que la policía lo persiguió y lo encarceló en Alcatraz, donde vivió hasta su muerte en 1947.
Colaboración de Mauricio Filgueiras