Terminamos la primera entrada de esta serie dedicada a la sucesión de Alfonso IX de León señalando que en 1218 el monarca leonés aprobó la subida al trono castellano de su hijo Fernando III, pero eso no significó en absoluto que estuviera dispuesto a permitir que Fernando también le sucediera en el trono de León.
Antes de que su hijo tomara la corona castellana, Alfonso IX había previsto que Fernando les sucedería. Así consta en diversos documentos firmados en 1216 y principios de 1217 por el rey leonés en los que su hijo aparece como otorgante junto al monarca. Pero su nombramiento como rey de Castilla lo cambió todo y en los meses siguientes dejó de aparecer en los documentos.
Había varios candidatos a la sucesión. El principal, Sancho (hijo de Fernando II y hermanastro del rey de León), tuvo algún tipo de desacuerdo con Alfonso IX y abandonó la corte. Además, había que tener en cuenta las dos hijas (Sancha y Dulce) nacidas del matrimonio anulado de Alfonso IX con Teresa de Portugal. De aquella unión había nacido un hijo llamado Fernando, pero había muerto en 1214. En un documento fechado en noviembre de 1217 en el que pactaba una tregua con Fernando III de Castilla, Alfonso IX parecía designar heredero a su medio hermano Sancho y , si moría, que la corona pasara a sus hijas Sancha y Dulce.
No sabemos si fue el desacuerdo con Sancho primero y luego su preferencia por Sancha y Dulce o si Alfonso IX se inclinó primero por ellos y como consecuencia Sancho se sintió ofendido y abandonó León, pero en 1219 ya estaba claro que el primero La opción sucesoria de Alfonso IX fueron las dos hijas de su unión con Teresa de Portugal. Cualquier obstáculo que Sancho pudiera poner a este plan dejó de ser un problema cuando murió en 1220, al parecer en un accidente de caza.
La opción por Sancha y Dulce queda confirmada por los documentos reales y privilegios concedidos desde esa fecha. En el pacto firmado con Alfonso II de Portugal en Boronal en 1220 se establecía que si Alfonso IX moría, el monarca portugués se comprometía a mantener dicho acuerdo con las infantas Sancha y Dulce, hijas del rey de León.
Poco a poco, el "partido portugués" se fue imponiendo en la corte leonesa y esta influencia aumentó cuando en 1223 el infante Pedro de Portugal, tío de las infantas, fue nombrado mayordomo real.

La decisión de Alfonso IX de designar herederas a sus hijas fue pública en todo el reino leonés. Sin embargo, la última voluntad del Rey de León no quedó plasmada en testamento o, si lo hizo, no se ha conservado. Posiblemente no lo consideró necesario, porque en distintos documentos lo había dejado claro.
Muy contundente al respecto es el fuero de Cáceres de 1229. Precisa que los ciudadanos de la villa:«Pactaron conmigo y con mis hijas doña Sancha y doña Dulce, y bajo juramento, alzando la mano, doce buenos hombres concedieron para todo el consejo que sería para siempre súbdito y obediente a mí, Alfonso, por la gracia de Dios rey de León, y a mis hijas doña Sancha y doña Dulce».
Y cuando el 1 de agosto de 1230 el monarca, ya enfermo, concedió la villa de Montánchez a la Orden de Santiago, afirmó que lo hacía "con la aprobación y consentimiento de las nobles infantas doña Sancha y doña Dulce, mi hijas”.
Sin embargo, como deja claro González Jiménez:«Tras analizar la situación, era evidente que el monarca leonés se había equivocado al considerar que la sucesión era algo de su absoluta competencia personal y, quizás por ello, no se había molestado en sancionar su muerte. decisión en convocatoria especial de Cortes en la que sus hijas prestaron juramento y fueron reconocidas como herederas. Seguramente debe haberlo hecho. Por tanto, a su muerte, el problema sucesorio estaba más confuso que nunca».
En efecto, la cuestión sucesoria estaba lejos de estar resuelta y así quedaría claro cuando Alfonso IX murió en 1230. Había pasado los últimos meses en Extremadura, donde había logrado conquistar para el siglo las importantes plazas de Cáceres, Mérida y Badajoz. reino de León y había derrotado en Alanje a un ejército musulmán liderado por Ibn Hud.
Tras permanecer en Extremadura hasta el verano, decidió viajar a Santiago de Compostela, como había hecho otras veces, para agradecer el apoyo del apóstol en sus conquistas. De camino a Compostela enfermó cuando se encontraba en la villa de Villanueva de Sarria y falleció el 24 de septiembre de 1230 tras cuarenta y dos años de reinado.
Aunque Alfonso IX tuvo hasta diecinueve hijos con seis mujeres diferentes, en el momento de su muerte los candidatos a sucederle se limitaron a cuatro:las infantas Dulce y Sancha, hijas de su matrimonio con Teresa de Portugal, y el rey Fernando III de Castilla. y su hermano Alfonso, hijos de su enlace con Berenguela de Castilla.

Como hemos visto, la decisión inicial de Alfonso IX fue nombrar herederos al trono leonés a Sancha y Dulce. Chao señala que "desde el mismo momento en que su hijo Fernando fue proclamado rey de Castilla, nunca más volvió a nombrarlo en sus documentos, haciendo explícita su intención de no sucederle en el trono leonés".
Por su parte, Puente señala:«Según la voluntad del monarca, y para mantener unido el reino, los derechos de sucesión pasaron a las hijas Sancha y Dulce, sin mención alguna a su hijo Fernando. Esta solución, calificada por los historiadores como poco realista, no tenía visos de dar frutos ante la imposibilidad, entre otras cosas, de establecer el reparto de poder para cada una de las infantas».
González Jiménez se expresa en términos similares:«La legalidad expresada por el rey podría dar lugar a una triple y confusa perspectiva:reconocer como heredera a doña Sancha, la mayor de las dos hijas del fallecido monarca; dividir el reino entre las dos hermanas, concediendo a Sancha el reino de León y a Dulce el de Galicia, o establecer una especie de diarquía, presidida por la primera. Es probable que alguna de estas fórmulas pudiera ser válida para quienes, movidos por un anticastellanismo visceral, promovido durante años por el fallecido monarca, estaban dispuestos a impedir por todos los medios que Fernando III heredara a su padre. Sea como fuere, ninguna de estas fórmulas era políticamente viable ya que, a la inseguridad interna que podía provocar […] se unía la más que cierta negativa de Fernando III a renunciar a unos derechos que le habían sido reconocidos por su padre y jurados. el reino y que nunca había sido revocada expresamente."
Este problema entre la inviabilidad práctica de conceder el gobierno del reino a las dos hermanas y el deseo de evitar la indeseada unión dinástica entre León y Castilla propició el surgimiento de una tercera vía que proponía que la corona pasara al jefe de la segunda. hijo de Alfonso IX. y Berenguela, hermano de Fernando III llamado Alfonso, que luego pasó a ser conocido como Alfonso de Molina (padre de María De Molina). Pero Alfonso la cortó de raíz al no aceptar la propuesta, según una crónica "por hacer lo que le ordenaba su madre".
Así, había tres candidatos al trono:las infantas Sancha y Dulce, por un lado, y el rey de Castilla, Fernando III, por otro. Y a lo ocurrido tras la muerte de Alfonso IX en relación con su sucesión dedicaremos la tercera y última entrega de esta serie.
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