Sería un error aislar históricamente las guerras de los Balcanes de las que las precedieron históricamente, que no siempre fueron gloriosas o victoriosas. Quince años antes de los Primeros Balcanes, sufrimos una aplastante derrota militar en la llamada "guerra desafortunada" de 1897. Antes de declarar la guerra, los otomanos, asombrados por el dominio naval griego ininterrumpido e incuestionable en el Egeo, se aseguraron de transportar refuerzos por mar a las zonas aisladas.
Escribe el Dr. Cleanthis Kyriakidis
Creta estuvo reforzada durante casi tres meses antes del inicio de la guerra. Durante el mismo, los otomanos permanecieron dentro del estrecho de los Dardanelos, temiendo un posible enfrentamiento con la flota griega.
Ciertamente, las experiencias de la revolución de 1821 influyeron en nuestros oponentes, pero la razón principal de su temor fue que Charilaos Trikoupis, nutrido por su padrino y gran almirante Andreas Miaoulis, no sólo procedió a adquirir unidades recién construidas, sino que también enfatizó la educación marítima con el establecimiento y organización de Escuelas Navales, comenzando por la Escuela de Cadetes Navales.
Desafortunadamente y curiosamente, la Flota griega permaneció inactiva al igual que su oponente en 1897 bajo la responsabilidad de un intrépido liderazgo político y militar, que afortunadamente para nuestro país cambió dramáticamente durante las guerras de los Balcanes.
Los otomanos, orientados hacia la tierra, a pesar de sentir al menos inseguridad, si no miedo, vieron la inactividad de nuestra flota y decidieron, aprovechando la prestigiosa victoria terrestre que habían logrado, mejorar significativamente su armada.
Después de una década y de haber renovado y modernizado su flota, realizaron una demostración de fuerza en el Egeo, a instancias del jefe de la misión naval británica en Turquía, el almirante Gable. Leer más en la fuente