"Mi querido hijo, te escribo estas líneas con los ojos llenos de lágrimas y el corazón helado de terror", escribió Sarina Saltiel a su hijo Maurice el 17 de marzo de 1943, dos días después de su partida. del primer "tren de la muerte" hacia Auschwitz-Birkenau. Dos días después sonó el primer silbido en la antigua estación de tren de Salónica, que marcó la cuenta atrás para la otrora próspera comunidad judía de la ciudad.
Hoy se cumplen setenta y ocho años de la primera misión de muerte en los campos-infiernos de la máquina de muerte nazi y de esta carta de Sarina Saltiel -una de las muchas que recopiló, estudió e incluyó en su libro "No olvides me" (publicado por Alejandría), el historiador León Saltiel- revive vívidamente toda la "agonía progresivamente creciente, obra de un sádico experimentado", que sintieron los judíos de Salónica y también la vida en el gueto, poco antes de la violenta expulsión de los Judíos de Tesalónica.
"Ahora lo peor es el desplazamiento", enfatizó Sarina Saltiel, describiendo las emociones que la embargaron a ella y a los miles de judíos en la ciudad:"Nuestra sangre se congela a cada momento, nuestros corazones late a punto de romperse, tenemos que renunciar a todo, país". , padres, separarnos unos de otros, amigos y bienes, e irnos con sólo un saco a la espalda. No tenemos derecho a llevarnos ni una sola maleta." Y pasó a describir las horas y días posteriores a la primera misión:
“Ya salió el primer tren, ¿a qué destino? Lo ignoramos. El segundo saldrá hoy. El día de la partida, la gente en un frenesí quema documentos, dinero, rompe sus muebles con los gritos de las bestias heridas de muerte, luego, abandonando los frutos de su trabajo, se van amontonados como sardinas en vagones de ganado y tratados con menos respeto del que eran. .'
La ansiedad por lo desconocido, la necesidad de estas personas de sacar fuerzas de algún lugar y también el anhelo de un milagro se alternan de párrafo en párrafo, mientras la pregunta dominante:por qué sucede todo esto, flota en la atmósfera. "No sé qué me espera mañana por la mañana". Si somos desplazados intentaré ser fuerte, soportar todas las dificultades, sólo para tener la felicidad de volver a verte algún día. En tiempos difíciles tu forma me dará fuerzas, diré “no”, no dejemos que nos acaben”, escribe Sarina Saltiel a su hijo, mientras en otro momento busca encontrar alivio en la fe:“Dios no quiere déjanos. Puede realizar un milagro en cualquier momento. Hay tantas almas que le ruegan".
"Estoy buscando en mi conciencia el mal que he hecho para sufrir así, te juro mi querida hija que no encuentro nada. Siempre fui amable y generosa con todos", dice, en un intento de responder. su propio "por qué". Un intento que nunca se completó ya que Sarina Saltiel y su marido fueron evacuados en la 4ª expedición de los "trenes de la muerte", el 23 de marzo de 1943, y nunca regresaron.
Con motivo de hoy y repasando sus investigaciones para el libro, donde además de las cartas de Sarina Saltiel se publican las cartas de otras dos madres judías a sus hijos, León Saltiel caracteriza los envíos de muerte a Auschwitz como un punto clave porque, como Como señala, toda Salónica lo sabía. "Las imágenes de terror de las misiones se conocieron en toda la ciudad", señala de manera característica, señalando que las reacciones se limitaron a la primera fase y se referían principalmente a las condiciones de transporte.
También hace referencia a un artículo de la época (marzo de 1943) del periódico "Megali Hellas", titulado "La persecución de los judíos", donde - entre otras cosas - se describe claramente la situación:"El conquistador está exterminando los pueblos europeos con una rabia sin precedentes. Pero donde su furia destructiva cruzó la frontera del verdadero sadismo es en la persecución de los judíos Hace algún tiempo los judíos de Salónica fueron obligados a llevar una insignia especial en un lugar visible para distinguirlos de los nativos. Los trabajos forzados, las palizas y las ejecuciones eran noticias casi diarias.
"Sin embargo, como nos informan, fueron desalojados de sus hogares y reunidos en campos de concentración donde sólo les daban pan por una cantidad de unos 40 drams por día. Hace unos días se decidió enviarlos a Polonia en vagones cerrados. Un tren de 3.500 personas salió de Salónica vía Polonia el 15 de marzo. Para tener una idea del viaje, basta decir que de los 40 judíos que fueron colocados en un vagón cerrado para un viaje de Francia a Polonia, sólo 40 salieron vivos” (s.s. se conservó la ortografía del original). Del 15 de marzo al 10 de agosto de 1943, aproximadamente 43.000 judíos de Tesalónica fueron transportados por la fuerza a Auschwitz. De ellos, menos de mil regresaron con vida para contar el horror y mantener viva la memoria...
FUENTE:APE-ME