Inicialmente, el Pacto Molotov-Ribbentrop fue condenado por las potencias occidentales, incluidas Francia y el Reino Unido, que lo vieron como una traición a Checoslovaquia y una señal de las intenciones agresivas de la Alemania nazi. Sin embargo, la Unión Soviética presentó el pacto como una medida defensiva para proteger sus intereses frente al creciente poder alemán y el apaciguamiento occidental.
1941:
La reacción del mundo al Pacto Molotov-Ribbentrop cambió dramáticamente después de que Alemania invadió la Unión Soviética en junio de 1941, rompiendo efectivamente el pacto de no agresión. Las potencias occidentales, que habían desconfiado de la Unión Soviética, ahora veían al país como un aliado potencial contra la Alemania nazi. Estados Unidos, en particular, comenzó a proporcionar una importante ayuda a la Unión Soviética en virtud de la Ley de Préstamo y Arrendamiento para apoyar su esfuerzo bélico.
Como resultado, el Pacto Molotov-Ribbentrop, que inicialmente había sido condenado, pasó a ser visto bajo una luz diferente. Ahora se lo veía como un acuerdo temporal entre dos potencias rivales, hecho necesario por circunstancias geopolíticas, y sus connotaciones negativas comenzaron a desvanecerse.