Explotación económica: Las potencias europeas extrajeron enormes cantidades de recursos de América Latina, como oro, plata y productos agrícolas, para sostener sus propias economías. Esta explotación provocó el empobrecimiento de muchas comunidades latinoamericanas y el resentimiento hacia las potencias europeas.
Opresión política: Las potencias europeas impusieron sus propios sistemas políticos en América Latina, a menudo sin tener en cuenta los deseos o tradiciones de la población local. Esto condujo a regímenes represivos y a una falta de democracia, lo que alimentó aún más el conflicto entre europeos y latinoamericanos.
Asimilación cultural: Las potencias europeas buscaron asimilar a los pueblos indígenas y latinoamericanos a sus propias culturas, suprimiendo las lenguas, religiones y costumbres indígenas. Esta asimilación cultural creó tensiones y resistencias entre los latinoamericanos que buscaban preservar sus propias identidades culturales.
Movimientos independentistas: En el siglo XIX, una ola de movimientos independentistas se extendió por América Latina cuando los latinoamericanos buscaban liberarse del dominio colonial europeo. Estos movimientos a menudo llevaron a conflictos violentos y guerras entre las potencias europeas y los revolucionarios latinoamericanos.